jueves, 17 de octubre de 2013

EL MERCADO ELECTORAL

Prematuramente, a juicio de muchos, el mercado electoral ha abierto sus vitrinas para mostrarnos que lo que menos ofrece son ideas, propuestas, proyectos y todo se conforma de acuerdo a las mentiras del propio mercado: baratijas, señuelos, engaños.
Lo peor es que hasta los que se consideran cuerdos y responsables entran en el juego del mercado y siguen la vacuidad de tal o cual, la majadería de fulano o la demagogia de mengano. Por eso es que hacen eco a las reacciones de los que se oponen a su propia fotografía y tienen envidia que se muestre la de otros o a la tendencia de ir por las ramas sin proponer nada; absolutamente nada, con miedo o sin él.
Y, como si fuera poco, se agudizan los "problemas sociales" porque también los dirigentes están interesados en terciar en las nominaciones y quieren ser lo mismo que lo que critican hoy y hay los que desean pescar en río revuelto.
En todo este ambiente lo que menos importa es la patria o la política que es donde hay que presentar las intenciones de lo que se quiere hacer o seguir sistemáticamente y que sea capaz de atraer no sólo la atención sino el entusiasmo del ciudadano común; de ese individuo al que se involucra en el mercado de las baratijas y al que se le da siempre gato por liebre.
Los problemas estructurales, por lo tanto, se postergan o continúan en el olvido. Ahí está la gran tarea de la integración interna y continental o subcontinental, el desafío de enfrentar los mercados del Atlántico y el Pacífico, el reto de hacer posible otra economía que se libre del mercado de la especulación y el engaño, la ocupación de todo el territorio disponible para hacer posible las fronteras vivas, el deshacinamiento de las urbes que son antinaturales por una variedad de razones, la falta de más vías de comunicación que se pueden encontrar en los ríos y lagos haciendo un otro sistema más barato que también integra geográficamente o el de la creación de la cultura latinoamericana, que siendo tan diversa y rica está sufriendo las distorsiones del mercado y de los anzuelos que lanza sobre la fama y la acumulación de dinero.
Ninguna de estas inquietudes se han recogido por el mercado electoral hasta ahora y es posible que nadie las atienda porque un otro problema que hay que analizar y solucionar es el de la alienación, que está acabando con la autenticidad y el pensamiento de la mayoría de los que se dicen políticos.
Lo malo es que lo que más se resiente es la propia democracia y se atenta contra eso que nos hace diferentes: la autenticidad.

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