viernes, 18 de octubre de 2013

LA CABEZA DE VASCO

Si se acuerdan, en cuanto se nombró como entrenador de la selección nacional a Azkargorta, hablamos de cómo los responsables de todos los fracasos, habían visto la conveniencia de usar el recuerdo del entrenador para desviar las culpas que sólo son de ellos. Y cuando nos referimos a ellos, no es únicamente a los que fungen de dirigentes sino también a los que lo hacen como entendidos y aparecen como reporteros o comentaristas. Aunque es difícil hacerse seguidor algún programa deportivo por la forma en que se hace, generalmente, y se presenta; son raros los que ponen los puntos sobre las íes y los demás se limitan a bajar y subir con las olas, echando loas a este o criticando al otro; pero sin intentar dar con las verdaderas causas del mal. De otro lado, hay sospechas que muchos de esos dirigentes criticados y mediocres tiene su entorno de "periodistas" que les hacen coro, les protegen. Hay quienes han tenido que enfrentar juicios o presiones por decir la verdad, ante la indiferencia de los más.
Si Bolivia, una vez más, salió última en las tabla de posiciones de la eliminatoria al mundial del Brasil, no es porque el vasco haya tenido algo que ver sino porque no tenemos fútbol nacional, no hay quienes promuevan esta actividad entre los jóvenes y niños con verdadero sentido deportivo y el rubro en general se ha convertido en una forma de hacer negocio, desde poner una "escuela de fútbol", hasta hacerse dirigente profesional de esa camarilla internacional que hace rato que tiene graves sospechas y a la que no se le puede echar el guante porque funciona como una transnacional.
Los que hoy se desgarran las vestiduras por el fracaso del seleccionado nacional y piden la cabeza de turco del vasco, debieran mirar primero la viga que tienen en el ojo, su complicidad con ese estado de cosas de estafa y frustración y hacer una profunda reflexión sobre lo que es y debe ser el deporte y sobre lo que es, en realidad, el fútbol comercial que, en muchas ocasiones, sirve hasta para desviar la atención sobre graves problemas sociales o económicos.
Pueden haber miles de sustitutos para el vasco; pero lo que no se ve es que haya sustitutos para esos dirigentes que varias veces han sido acusados de actuar como una mafia, como simples explotadores de futbolistas y público, que lo que menos conoce es los entretelones del manejo indecoroso y sospechoso de eso que se llama fútbol profesional.
 Una vez más: ¿cabeza de turco o de vasco?


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