viernes, 11 de octubre de 2013

EL TITICACA Y TIWANAKU

Cada vez que sabemos algo del Lago Sagrado o de Tiwanaku, a través de la obra de Guillermo Lange Loma, las experiencias de Don Antonio Portugal o las noticias, que muchas veces pasan desapercibidas, no sólo debemos asombrarnos por lo que nos dan cuenta sino, principalmente, por nuestra ignorancia.
Porque eso es lo que somos en cuanto a eso que se ha vuelto a poner de moda pero que las más de las veces sólo pasa por la demagogia: nuestros ancestros.
Hay más farsantes en escena que conocedores del tema que alcanza el Incario y mucho antes, tampoco sabemos cuánto en el tiempo. ¿Se trata de unos siglos o de unos milenios? ¿Se produjo una ruptura o existe continuidad? ¿Las leyendas traducen algo del pasado? ¿Cuáles son las trascendentales?
Leyendo a Posnaski que fue, tal vez, el primero en acercarnos a los misterios del pasado, muchas veces no quedamos conformes con esas descripciones que parecen tener una restricción profunda y que se esconde en la palabra: ritual. No, hay más, debe haber más porque hasta autores de "realismo fantástico" han incursionado en esos terrenos para darnos cuenta de estilos de vida que, actualmente, los daríamos como casi imposibles, dado su avance extraordinario. ¿Pero acaso el eterno retorno no es una característica del superhombre, como decía Nietzsche?
Hay pues mucho que todavía tenemos que investigar y conocer en cuanto a nuestro pasado, su mitología, su filosofía, sus costumbres y sistemas de gobierno porque nuestra ignorancia es grande. Tan grande que no sabemos de qué nos sentimos orgullosos y tomamos el rábano por las hojas.
Pero, al parecer, no hay la intención. Los últimos descubrimientos sobre el Lago Titicaca apenas si han encontrado espacio en los informativos y proceden de la cooperación internacional, dándonos cuenta de ese gran vacío que han dejado, en su ineficiencia, nuestras propias universidades que, casi, casi, ni forman siquiera arqueólogos o antropólogos y se desenajenan de ese mismo pasado para buscar los privilegios de la burguesía, del consumismo, de la imitación.
Ha llegado a tanto la impostura que hasta los mismos Amautas han tenido que recogerse por la impostura de cualquier demagogo que aparece como tal o como filósofo, que no es más que el recolector de frases de filósofos extranjeros o seguidor de tal o cual. Cuando precisamente lo que nos distingue o nos hace diferentes es la concepción del universo, de la vida, de la realidad.
Y, como si fuera insuficiente, hay el proyecto de construir un puente en el estrecho de Tiquina que puede ser todo un atentado al centro energético del mundo que también lo desconocemos por ignorancia.

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