Hace unos días circuló por Internet una caricatura donde se pedia que levantaran la mano los que querían vivir mejor; lógicamente lo hicieron todos; pero al pedirles que hicieran lo mismo para renunciar a la sociedad de consumo, nadie se animó a hacer lo mismo.
Esta es la triste realidad del mundo actual; todos quieren vivir mejor (?) pero nadie quiere cambiar el estilo de vida impuesto por el vil metal, es decir, todos quieren ser, por lo menos, aspirantes a ricos y nadie se conforma con lo básico, lo esencial, lo indispensable. Por eso es que las nuevas construcciones que se hacen, aunque aparentemente están hechas para ratas o conejos, tienen amplios roperos empotrados o parrileros individuales o colectivos y piscinas y áreas sociales donde, paradógicamente, muy pocos son los que hacen intercambio de experiencias, aspiraciones, y necesidades; o sea, vida social. Todo se reduce a la comparación de posesiones o ambiciones.
Y es que se acepta, implícitamente, que la naturaleza tiene que ser domada por el hombre que se ha convertido en su explotador. Un sofisma que no hace otra cosa que esconder el brutal materialismo de la explotación del hombre por el hombre y que desconoce a éste como parte de la naturaleza y, por tanto, en corelación efectiva como teóricamente se postula para mejorar el sistema de explotación.
Cuando sea posible escribir sobre la verdadera historia de la humanidad, saltará nítida toda esa manipulación que se hace de sofismas y eufemismos y cómo se dió modos el neoliberalismo para viabilizar su sistema capitalista de explotación, por medio de las llamadas ONGs que, en la teoría de ese modelo, deben sustituir al "Estado", en una interpretación marxista de esa institución, es decir, como simple gobierno y no como territorio, población y leyes que es su definición etimológica, histórica, política y filosófica. "Achicar el Estado" era la consigna y privatizarlo cuanto se pudiera en el gobierno, a fin de hacer negocios más expeditivos, con mejores ganancias y sin obligación ninguna.
Unos por estulticia, ignorancia, otros; pero los más por intereses particulares le hicieron juego al neoliberalismo alzándose con organizaciones que no sólo desconocían derechos individuales y colectivos sino, curiosamente, en defensa de ellos. Así surgió toda esa invasión de ONGs que causaron más destrozos que las plagas de Egipto juntas porque no sólo que confundieron más la situación del hombre como tal sino que lo hicieron conciencialmente obtuso y, por lo tanto, materialista y alienado al consumismo.
Hace décadas que no hay relación entre lo que se dice y lo que se hace en el ámbito internacional y también interno y se manejan a gusto y sabor de los impostores y usurpadores derechos, reivindicaciones, necesidades; con el único objetivo de exacerbar los supuestos beneficios de la explotación por el vil metal, donde los más fanáticos son los autodenominados de izquierda.
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