Ayer, en Bolivia, se cumplió un aniversario más de la conquista de la autonomía universitaria, a instancias de la Revolución de Córdoba, que estableció las bases mínimas de la reforma en la designación de sus autoridades, la cátedra libre y el fin del enciclopedismo, aparte de otras condiciones. Pero lo cierto es que fueron la corrientes aparentemente marxistas las que se apoderaron del contenido de ese movimiento argentino y, sin más ni menos, lo exclusivizaron como de su propio pensamiento, condenando a las otras corrientes de opinión poco menos que al ostracismo.
Por tanto, la "autonomía", que más que eso debiera llamarse autarquía, se transformó por arte de magia del estalinismo en feudalismo; porque esa fue la corriente predominante en los campus universitarios, so pretexto de libertad de esto o lo otro, porque al mejor estilo trotskista de la actualidad, se calificaba a cualquier otro tipo de pensamiento como fascismo, aunque la práctica de tal conducta, entendiéndola como simple violencia y matonaje, se la reservaron también los seguidores de Stalin.
Las condiciones no han variado, todavía a título de autonomía se quiere dar paso a la arbitrariedad y el feudalismo, pese a que, desde diversos sectores ciudadanos, se quiere saber, cómo y por qué las autoridades y docentes universitarios pueden ganar caprichosamente o no acatar las disposiciones legales del país, sin mostrar eficacia ni eficiencia sino excepcionalmente. Porque la misma condición de dependencia, de subdesarrollo de Bolivia, hay que buscarla no sólo entre el pueblo en general o sus gobernantes sino también, y principalmente, entre los componentes de la "comunidad universitaria" que, más que eso, parece ser una logia más de la derecha tradicional.
Las prácticas del estalinismo no han estado pues ausentes de las universidades y así como no se permitía la cátedra libre, que aún hoy es una aspiración, se perseguía también a los estudiantes que no consentían el nuevo feudalismo. Y, lo curioso, es que en ciertas carreras, pese al supuesto socialismo, incluso populismo de los que fungían como marxistas, fácilmente se puede establecer que los apellidos como Choque, Condori u otros, no fueron precisamente los predominantes en las aulas de la universidad autónoma y, menos, entre sus egresados.
La autonomía universitaria, transformada en nuevo feudalismo, por partidos de la politiquería nacional, sigue siendo el bastión de los conculcadores de la cátedra libre, la designación democrática de las autoridades o la reforma pedagógica y si, antes, fueron supuestos marxistas los beneficiarios de la administración sectaria y sin control de su presupuesto, después fueron piristas, movimientas, miristas o, finalmente, sanchopancistas.
Aunque no se quiera, hay que recordar pues el establecimiento de la autonomía universitaria en el país, como una frustración más del pueblo boliviano y las pruebas las podemos ver en la escaza producción científica o tecnológica que la "Casa Superior de Estudios", puede mostrar ante quienes generan su sostenimiento económico e, incluso, ideológico.
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