Algo que se ha tratado de acallar sistemáticamente es la crítica de los indignados, a lo largo y ancho del mundo, no sólo a la politiquería, la manipulación y la democracia de mercado sino también a la "prensa" o los medios de comunicación que siempre es bueno aclarar que en un 93% pertenecen a las transnacionales.
Ayer, tanto la manipulación de esa prensa comprometida con intereses sectarios, como la democracia de mercado que nos han impuesto, han vuelto a dar un golpe a nuestros pueblos al posibilitar que sea votado el representante del PRI para un a nueva gestión gubernamental, después de haberse demostrado el carácter no sólo servil sino hasta antinacional durante varias décadas en la administración de México.
No es pues un efecto más de la simple democracia de mercado sino también de la manipulación de los medios de comunicación porque hasta el menos informado sabe, en la tierra de los charros, qué cadenas están detrás del "marketing" de los partidos y por qué y lo han denunciado reiteradas veces los de MORENA aunque, claro, todavía no tienen el poder de ser escuchados por los medios de comunicación, lo mismo en esas tierras, como en España o Rusia.
Por esto mismo es que, aparte de imitar los movimientos de indignados, habría que postular que también, paralelamente a la indignación, se de una campaña de información real, verdadera y en eso pueden jugar un gran papel las redes de información si dejan su superficialidad, su banalidad, su alienación indirecta o involuntaria, al mercado de consumo. Porque es un total desperdicio que nuestros jóvenes, especialmente, se dediquen a comentar juegos, espectáculos de variedades triviales, o se hagan seguidores de la farándula, cuando los problemas de nuestros pueblos son tan grandes que hasta se hace una irresponsabilidad actuar de ese modo.
El prejuicio ese que maneja el mercado, que los jóvenes son esencialmente consumidores, tiene que cambiar por otro juicio que afirme que si son consumidores es de información y de cultura; sólo así se justificaría el uso racional de la ciencia y la tecnología que ponen al alcance de nuestras manos instrumentos importantes para comunicar, informar, educar, orientar, opinar y dejar la vulgaridad o la incapacidad en el manejo del idioma que tan lamentablemente se percibe.
Si no estamos de acuerdo con la democracia de mercado, tampoco lo estamos con la manipulación de los medios de comunicación y, peor aún, con la alienación de las nuevas generaciones al simple, vulgar y oneroso mercado, donde se repite la esclavitud con aires de modernidad.
Si de verdad queremos que nuestros pueblos sean libres, lo mejor que podemos hacer es informarnos de la realidad del mundo y de nuestros propios entornos con veracidad.
No más espacios a la democracia de mercado ni a los serviles del imperio; sean de derechas o de izquierdas.
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