martes, 10 de julio de 2012

DESCOLONIZACIÓN Y DESCOLONIZADORES

De un tiempo a esta parte, han surgido como hongos los "expertos" en cultura andina, en tradiciones o costumbres y, por lo tanto, con toda la capacidad para hacer de descolonizadores. Sin embargo, la mayoría de estos descolonizadores tienen el alma colonizada por las nuevas corrientes de la sofistería mundial o, directamente, se alienan con el materialismo seudomarxista porque se ve que tampoco conocen realmente esa corriente fracasada en su ejecución política y degradada a los niveles más bajos con el estalinismo que explotó tristemente con el derribo de la muralla de Berlín o la cortina de hierro.
Si bien las más de las veces mueve a risa o sirve para dibujar una sonrisa la cháchara de estos "libertadores" uno de cuyos máximos exponentes escribió varios libros en los que no hace otra cosa que citar otros autores sin apenas aporte propio y llegó incluso al Ministerio de Educación y ahora se yergue como candidato a las siguientes elecciones, hay ocasiones en que uno ya no puede hacer eso y tiene que reaccionar. Es lo que pasa cuando un vice ministro de Cultura dice que hay que sustituir el cura por el amauta o el kallahuaya y la unión religiosa por la "tradicional" en una muestra de ignorancia rayana en el sarcasmo de lo que debiera entenderse por descolonización.
Porque si el Incario se caracterizó por algo fue por su fuerte ligazón teocrática o, en lo mejor, aristocrática y no puede ser que, al estilo de la ramplonería de la mente y del corazón, se pretenda ahora equipararla a una sociedad atea, simplemente costumbrista o ligada a los esquemas políticos de la cultura occidental.
No hay que olvidar que el Incario, con todo su esplendor y grandeza, no fue sino la manifestación de la declinación de otra etapa anterior, la del tiwanaku, que sí fue superior en todo a lo actualmente conocido en la política, en la filosofía y, más aún, en la politiquería.
No hay pues razones para sustituir nada pero ese es el camino que algunos pretenden adoptar porque no tienen idea siquiera de lo que postulan; confundir la iglesia católica, o cualquier otra, con el clero o el manejo sectario que se hace de la fe no es sino ignorancia manifiesta y contentarse con sustituir en el poder lo mismo que se critica. Seguramente quienes propugnan la sustitución de los sacerdotes católicos, quieren ser ellos los que asuman esas actuaciones plenas de controversia desde antiguo y que no se reducen a la evangelización o la catequización sino al manejo del poder desde las cortes, los templos o la banca.
Lo primero que debiera hacer cualquier libertador es liberarse a sí mismo. Y es en ésto en lo que están fallando los que, a título de cambio, salen con proposiciones que no aguantarían la costumbre griega de proponer algo con la soga al cuello, que es la fuente del dicho tradicional.

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