Es cada vez una mayor interrogante saber qué son, los que en los espacios de la televisión y la radio hacen de "presentadores", "vendedores", "sibaritas", expertos en todo y en nada; porque periodistas no son.
Y es que mucho se confunde el periodismo con la comunicación social y hasta se han abierto carreras universitarias que, hasta el momento, sólo excepcionalmente han mostrado algún resultado positivo porque la mayoría adolece de grandes deficiencias ya que ni siquiera sabe manejar lo que debiera ser su herramienta principal: el lenguaje y es para sufrir vergüenza ajena cada vez que se escuchan los diferentes programas, es decir, cuando uno tiene el suficiente coraje como para aguantarlos.
Y como no puede faltar lo curioso, resulta que en encuentro entre supuestos expertos en cultura, que se realizó bajo el auspicio de la Gobernación, no sólo que una de sus conclusiones es que esa institución copie a otra que, supuestamente, lo hace mejor sino que se extiende a pedir que el gobierno intervenga en los costos de las entradas de cierto cine local. Como es de suponer, la interrogante crece.
Y en un acto de sinceridad, la Ministra de Comunicación del Estado, ha advertido que los medios de comunicación oficial son eso: oficialistas; mientras nadie, en el lado contrario del espectro, es decir, los medios privados, se ha animado a decir que, por el contrario, ellos o, más concretamente, los empresarios y alguno de sus trabajadores, son opositores intransigentes.
Con lo que el problema se hace todavía más complejo. Si, de una parte, no sabemos si estamos escuchando "comunicadores sociales", "vendedores" o expertos en nada y, de la otra, tenemos medios que responden al oficialismo y la oposición; ¿dónde queda la información imparcial, objetiva, como se suele decir aunque platónicamente? ¿Dónde la verdad? ¿De qué realidad nos están dando cuenta con tanta interrogante?
Y no se crea que esta situación se da sólo en nuestra patria; no, también es una realidad en muchas naciones del mundo donde unos tiran a un lado y otros al otro y hasta se ha hecho una tendencia, agresiva, prepotente, inmoral, que la mayoría de los medios de comunicación del mundo respondan a los intereses económicos de unos cuantos, tal y como se manifestó en un seminario virtual de cierto medio anglosajón, aunque como una participación in extremis de sus organizadores que, al parecer, cumplieron sus últimos días y, programa y todo, desaparecieron.
Ya no es posible, en consecuencia, poner en entredicho lo que se ve y escucha en los medios de comunicación, especialmente radiales y televisivos sino también la conducta de sus participantes, porque ya nada se acerca a la realidad y la verdad y son unos pocos los que aún procuran mantener ese espíritu periodístico de antaño en el ambiente.
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