Esto de desgarrarse las vestiduras ante cualquier noticia del narcotráfico, se está convirtiendo en un tema no sólo demasiado repetido sino hipócrita. Y es que no sólo concurren factores de simpatía o antipatía sino también de ignorancia o desinformación. Muchos olvidan que el negocio de las drogas es mundial y está en manos de los grandes capitales y capitalistas, donde los connacionales sólo son sirvientes o pulgas tuertas porque no alcanzan ni el mínimo de participación en lo que se mueve en dólares, libras esterlinas o piedras preciosas en el planeta.
Sin embargo, ante cualquier atisbo de sospecha, inducción pública a la misma o la calumnia evidente, no faltan, especialmente los que se hacen llamar opositores, en echarse con ceniza y desgarrarse las vestiduras con mucha estulticia más que ingenuidad, porque se supone que debieran estar informados sobre el negocio que mueve más de lo que se piensa y en donde ni siquiera se sospecha, a veces.
Olvidan, muchas veces intencionalmente, que la cocaína elaborada a instancias de organismos de inteligencia para subvenir las necesidades de la intromisión armada en otras naciones, es algo ya fuera de toda duda y que aún no se ha esclarecido plenamente, por su implicancia en varios gobiernos latinoamericanos que, más que por corrupción, se vieron involucrados por servilismo. Incluso, hay que admitir, que detrás de esos organismos, de esas acciones de violación de derechos humanos y soberanía e independencia, están otras personas que aparecen en el "jet set" pero sin descubrir sus complicidades con los peores negociados del mundo.
Es tal el volumen del manejo económico del narcotráfico que hace ya décadas que no se hace ni en dólares o Libras Esterlinas sino en piedras preciosas, más fáciles de ocultar o de pasar por las fronteras sin despertar muchas sospechas o problemas y lo que se toma en la banca ya no son simples cuentas protegidas por el "secreto bancario" sino depósitos o casillas donde es más fácil ocultar unas pocas joyas que una gran cantidad de billetes.
Pese a que hay información sobre el tema, continuamos con la hipocresía de achacar a nuestros mismos compatriotas por narcotráfico, cuando lo que más podría hacerse es endilgarles su calidad de sirvientes o de tontos útiles porque de esa manera intervienen en el negocio que rebasa fronteras, Estados u organismos nacionales o internacionales.
Y es ésta la mayor preocupación: la hipocresía, desinformación o ignorancia sobre el tema, porque mientras sigamos así, seguiremos siendo, a la vez, víctimas y verdugos.
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