Desde que nos acostumbraron a las "manifestaciones espontáneas" del régimen del doble sexenio del MNR, que fueron insuficientes para evitar su caída ante la permanente violación de los derechos fundamentales, ha pasado mucha agua debajo de los puentes como para que hoy el Gobernador de Santa Cruz trate de amedrentar a la justicia convocando a sus adláteres a rendirle pleitesía; porque no otra cosa significa lo que ayer ha sucedido en esa ciudad y que no puede ser tomada en cuenta por la administración de las leyes en el país porque no cuenta, no tiene respaldo legal y, menos todavía, cuando la mayoría de esos "espontáneos" asistentes eran funcionarios públicos que dependen del salario que administra arbitrariamente el susodicho.
Pero lo que hay que ver, detrás de las apariencias, es la absoluta ineptitud para la democracia de que hacen gala algunas personas, partidos o instituciones; porque hacerse a los perseguidos, cuando se tienen cuentas con la justicia, asilarse en alguna embajada buscando la impunidad o huir del país a otras tierras no es más que ausencia de capacidad democrática, aceptación del sistema de representación y, consiguientemente, el acatamiento a un gobierno elegido en las urnas, por mucho que nuestra "democracia" sea de mercado, igual que las "manifestaciones espontáneas".
Durante varios regímenes de gobierno, el pueblo boliviano ha sufrido una serie de violaciones francas, encubiertas y hasta cínicas; desde la amenaza del ministro del interior del gobierno de García Meza, que decía textualmente que los que no estaban de acuerdo con esa tiranía debían andar con el testamento bajo el brazo, hasta los campos de concentración del MNR y la embajada norteamericana como financiadora, hay todo un abanico donde podemos encontrar, por ejemplo, la intromisión de las ONGs que, en los hechos, actúan como secuestradoras de la soberanía y la libertad o el peligro siempre latente del despido en la administración pública por no rendir vasallaje al mandón de turno porque, al final, de eso es de lo que se trata en gobiernos politiqueros caracterizados por el cuoteo de puestos de trabajo entre sus militantes y demás deudos.
En alguna oportunidad decíamos que en Bolivia hay democracia pero no demócratas y es que el sectarismo, el partidismo, el nepotismo siguen en la línea de la feudalización del territorio y la administración, que son productos del colonialismo. Falta una verdadera vocación democrática, incluso, para vencer esa democracia que se hace de la compra venta de votos o las manifestaciones que se arman con fondos privados o públicos que no quieren salir a la luz, porque esconden aviezas intenciones.
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