Lo que está sucediendo en algunas partes de Bolivia entra en las narraciones de Ripley de "aunque usted no lo crea". Por ejemplo, ante los problemas de congestionamiento y caos en las calles y avenidas de las grandes ciudades, se ha visto por conveniente aprobar normas que tiendan a disminuir el problema; pero he aquí que saltan los causantes del problema mismo, los explotadores del transporte público, y se oponen a todo, tanto en La Paz, como en Cochabamba donde se ensayan una ley y una ordenanza; como si fuera poco, el alcalde cantor del Cercado cochabambino renuncia a sus funciones y las delega, ilegalmente, a los comerciantes que son parte del problema de congestionamiento en las calles y mercados y, en cierto modo, condena al ostracismo a su propio Intendente y, lo que es peor, creando un precedente sumamente funesto de extraterritorialidad y arbitrariedad. Que los ignorantes confundan "control social" con autoregulación y anarquía puede pasar; pero que una autoridad elegida, junto a sus asesores y servicios jurídicos, haga lo mismo, entra en lo increíble pero cierto.
Pero no todo se circunscribe a eso. Desde hace décadas sectores estructurales del Estado, como la educación, la salud, la energía y el abastecimiento de servicios esenciales, se hallan secuestrados por dirigentes sindicales que han hecho de eso una profesión, distorsionándolo y comprometiendo la propia democracia, como cuando esos mismos "líderes" dieron paso al neoliberalismo y la expoliación transnacional después de condicionar un estado de subversión total en la denominada udepización del país. Y todo sigue igual; los llamados trotskistas que nunca han aportado una idea, siguen en lo mismo: el disfrute de las cuotas sindicales de decenas o centenas de miles de maestros con apenas unos cuantos votos de una "democracia" que nunca han practicado y que está comprobado en el accionar sindical a lo largo y ancho de Bolivia; los del sector salud le deben sus puestos al partidismo sectario de la época de los partidos neoliberales y, lógicamente, se oponen a todo y a nada cuando les conviene; en lo que hace al aprovisionamiento de agua potable en Cochabamba, la dirigencia "sindical" no sólo boicotea y sabotea a gerentes y personal jerárquico sino que se da modos para removerlos y hacer lo que les viene en gana con, seguramente, grandes beneficios económicos porque, sólo para dar una muestra, no hay un control estricto de los pagos por consumo y no es raro que los clientes paguen dos o tres veces una misma factura, porque así se manejan las cosas y no hay manera de pararlas y, lo curioso, es que estos mismos trabajadores son los encargados de denunciar conexiones clandestinas que no pueden probar pero que cobran coercitivamente bajo la amenaza del corte de servicio; hay pruebas más que suficientes para demostrar estos hechos pero no las instancias para hacerlo porque, como ellos mismo afirman, un juicio más, no importa y todos sabemos cuánto tarda un proceso en los tribunales respectivos.
Lo más curioso de esta situación es que no se da por primera vez sino en forma reiterada y no aprendemos que si seguimos así estamos tentando la interrupción del proceso democrático por cualquier tiranuelo auspiciado por alguna embajada y con aires de salvador, que ya muchas veces hemos sufrido con grandes pérdidas económicas y humanas.
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