Aunque es injusto e inexacto decir que el gobierno actual se debe sólo al voto de los cocaleros, porque mucha gente de las ciudades y otras provincias también votaron por él, no hay duda que la identificación forzada y forzosa le está costando demasiado al gobierno del IPSP, pues lo de MAS es prestado.
Pero a cien años del hundimiento del Titanic, un barco supuestamente a prueba de naufragios y con la mejor tecnología y apoyo financiero del mundo, se puede hacer cierto parangón con el gobierno nacional porque aunque sigue ensoberbizado por la supuesta fortaleza del apoyo popular, resulta que la nave está en gran peligro porque amenazan incerbgs, troncos y bloqueos que no únicamente se deben a los errores de ministros o parlamentarios sino también a que la gente ha hallado un buen negocio en las "organizaciones sociales" y otros instrumentos de presión para prevalecer sus propios intereses en detrimento del bien común, del Estado, de la nación.
Y no es que el riesgo sea sólo para el régimen sino que se extiende a la democracia misma que está en peligro de convertirse en cruel sectarismo o en simple y vulgar oclocracia cuando, por ejemplo, dirigentes vecinales que nada tienen que ver con el funcionamiento de los hospitales arremeten en contra de los galenos en el Hospital de Clínicas de La Paz, cuando el gobierno tiene todo un ordenamiento jurídico que cumplir y hacer cumplir y no necesita de matones que recuerdan las épocas de las tiranías, los campos de concentración y las persecuciones.
A los obstáculos que la ignorancia y la prepotencia de ciertos sectores hay pues que agregar los que el mismo régimen autodispone por un discursito demagógico de socialismo indefinido que, al final, no es chicha ni limonada y puede ser peor que la majadería de la oposición.
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