Una vez más se alista el espectáculo de una marcha bajo el título de defensa del TIPNIS, cuando ya la cuestión ha sobrepasado sus mismas interrogantes y no es posible aceptar, racionalmente, que no esté comprometida y corrupta con serias intromisiones e interferencias.
Desde los "ambientalistas" que en muchos casos sólo defienden la pega, hasta los habitantes de las vecindades, hay todo un espectro que hace dudar, y muchísimo, sobre las verdaderas intenciones de unos y otros; porque para nadie ya puede ser cuestión de reservas o territorios vírgenes o pueblos nativos, cuando la explotación forestal hace décadas que se asentó en sus ambientes y la inculturación de sus habitantes originales es más que evidente. Deben haber, tienen que haber otros motivos y habría que abrir un debate franco sobre ellos para ver si nos ponemos de acuerdo en vista que casi todas las naciones en el mundo están bajo un modelo de explotación que está en permanente lucha con el entorno y atenta contra el ambiente, tanto o más o menos que ciertas políticas demagógicas que hablan de "indígenas" o "indígena-originario" que sólo puede estar en la mente de quienes manejan la demagogia porque,a estas alturas de la historia, es poco menos que imposible no aceptar que el mundo es una mestización total; por lo demás está la cuestión del bien común, de la voluntad general, de la democracia; que tampoco se puede torcer por exageraciones, discursitos cursis o interpretaciones aviesas.
Total que la marcha, la protesta y el TIPNIS serán un espectáculo más de la politiquería nacional, por lo tanto, sin ninguna trascendencia; a no ser la desvirtuación y el riesgo de la democracia y la institucionalidad del Estado.
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