lunes, 9 de abril de 2012

POLÍTICA Y CIUDADANO

Desde que el ágora dejó de funcionar como base de la democracia y el ciudadano común se despreocupó de la política, nos han venido todos los males de la politiquería. No en vano, Unamuno se quejaba de esa indiferencia afirmando que mientras el pueblo no se preocupe de la política los profesionales harán de ella lo que actualmente es: una ocupación nefanda.
Y la realidad lo comprueba a lo largo y ancho del mundo; donde existen seudodemocracias como donde se dan tiranías cínicas o encubiertas; el hecho es que el ciudadano con su pose fácil de "yo no vivo de la política" es el mayor culpable de todo lo que pasa porque, precisamente, es por eso que los mediocres, los improvisados, los sinvergüenzas se han apoderado de la política para convertirla en una ocupación bastarda y llena de inmoralidad y corrupción.
Y no es necesario que el ciudadano común se inscriba a cierto partido o que se vuelva un agitador profesional para encontrar las soluciones sino que defendiendo sus derechos y obligaciones, concientemente, puede hacer mucho más que sacando un carné de cualquier sectarismo ideológico; por lo demás, debe exigir que los "políticos" cumplan no únicamente lo que prometen sino que den muestra de dedicación a la política, de su militancia en la moralidad y de su fortaleza frente a la corrupción.
Mientras el ciudadano común no intervenga en la política cotidiana y general, el caldo de cultivo de la politiquería está más que servido y copado por los descarados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario