miércoles, 25 de abril de 2012

LA MADRE DEL CORDERO

¿Dónde está la madre del cordero, en el problema entre médicos y el Ejecutivo? En verdad, es algo que se arrastra desde la década de los sesenta del siglo anterior y que se originó en el acaparamiento de cargos en el sector público, por unos pocos profesionales y que no sólo impedía el ingreso de otros al sistema de salud sino que hacía de las instituciones públicas un lugar de recolección de clientes para el sector privado, es decir, mientras uno, por ejemplo, tenía hasta 7 tiempos completos y medio; o sea, que debía trabajar 60 horas diarias y aprovechaba la consulta en los hospitales para llevar la clientela a las clínicas; otros, simplemente, no podían obtener ni siquiera un turno de emergencia porque no había dinero para sufragarlo. La solución, parcial como casi siempre: disminuir la jornada a 6 horas y permitir que otros profesionales accedan al servicio. Pero, como siempre ocurre cuando se hacen las cosas coyunturalmente, los problemas no acabaron porque si bien algunos tuvieron que despedirse de la acumulación de ítemes que el partidismo sectario les daba como beneficio y a otros se les abrieron parcialmente las puertas; las deficiencias continuaron y, entre ellas, hay que mencionar ese negociado de medicamentos que casi era una norma y que involucraba a los trabajadores del sector que comerciaban son sueros, vendas, fármacos, etc., y que sólo se ha logrado reducir pero no acabar.
Esta es pues la madre del cordero y no hay falta de reconocimiento al esfuerzo profesional, a la dignidad de nadie ni el desconocimiento de derecho alguno: es un problema de vieja data y que tiene algunas connotaciones que habría que indicar como "curiosidades" y, entre ellas, la hora del cafecito o la salteña en horario de trabajo y que consume un mínimo de 30 minutos de la jornada. Que no todos los hacen, es cierto porque hay profesionales que no se fijan en otra cosa que su vocación y no les importa horarios, salarios ni otras minucias; lo de la colecta de clientes en las instituciones públicas para las privadas, con diferentes matices, sigue presente.
Lo triste de las actuales circunstancias es que la pedagogía a la, que supuestamente, muchos no quieren renunciar en el entrenamiento de los nuevos profesionales, se está extendiendo al sofisma, la distorsión y la mala práctica entre los estudiantes que por complicidad o ignorancia, no solidaridad, están en las calles inmersos dentro de un problema que no se quiere debatir claramente porque hay mucho que esconder, de ambos lados. Y así nunca iremos a ninguna parte y mantendremos nuestros problemas crónicamente. Sin olvidar lo que las universidades piden disimuladamente: La inaplicabilidad de la Ley Financial, para seguir ganando lo que el sectarismo partidista determina y que ha sido causa de varias discusiones sobre la "autonomía" que ha servido más bien para delimitar feudos que mejorar la administración, la búsqueda de la ciencia o la tecnología.

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