La democracia corre nuevamente el riesgo de naufragar en la demagogia y el uso de muletillas que usan los dirigentes que han profesionalizado su actividad; no otra cosa sucede cuando se habla de que alguna disposición a cargo de un poder u órgano del Estado o el Municipio no ha sido "consensuada" con sectores específicos de la sociedad pero que no son el total de ella. Pasa con los explotadores del transporte público que quieren que las ordenanzas sobre tarifas y circulación estén de acuerdo a sus intereses y no los de la colectividad o con los contrabandistas, vendedores de contrabando o piratería que desean imponer que la ley de aduanas o control del mercado se halle sólo en sus manos para seguir haciendo ricos a unos pocos que, además, pueden estar "lavando" dineros procedentes no únicamente del propio contrabando sino también del narcotráfico; lo mismo se da cuando "gremialistas" que es donde se esconden unas pocas y grandes fortunas, quieren hacerse dueños de los espacios municipales, de los bienes de la comuna.
Entre los que han hecho muletilla del "consenso", el "consensuar", el "estamos molestos" o el "hemos sido arremetidos" están pues los mejores saboteadores de la democracia, los impostores y los usurpadores que tantas veces en nuestra historia republicana nos han obligado a tolerar tiranillos de toda laya, que han hecho del Tesoro Público, la fuente de sus ganancias ilícitas e inmorales; y las experiencias no son lejanas, ahí está muy cerca la denominada "udepización" cuando los dirigentes profesionales del sindicaterismo, como alguien calificó la actividad en su tiempo, intransigentemente pedían lo imposible desencadenando una inflación galopante que fue como papita para el lorito para los agiotistas, los especuladores, los mercaderes de instintos más bajos de nuestra sociedad que se hicieron ricos no sólo con la ocultación y acaparamiento de alimentos y mercaderías de primera necesidad sino también con la venta y reventa de dólares a precios que nadie sabía cuándo iban a parar de subir; sin olvidar el negociado de la "ayuda" que algunos europeos, supuestamente, hacían llegar a los más necesitados pero que engordaban las arcas de los más gordos.
Y como si fuera poco, hay un discursito en el oficialismo que es tan indefinido y confuso, que puede dar lugar a la insurgencia de la oclocracia o la anarquía que, nada raro, están buscando otros para restaurar la dependencia y el servilismo.
¡Cuidado con la demagogia y las muletillas!
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