Varias veces, en nuestros artículos por la prensa escrita y hace tiempo, hemos venido advirtiendo sobre el continuo estado de subversión que se ha instalado en el país a cargo de impostores del sindicalismo o de los movimientos sociales y que no sólo distorsionan la democracia sino que la están poniendo en riesgo; como si fuera poco, antiguos y desvergonzados activistas de partidos que nunca han pasado de una decena de militantes se siguen dando modos para usufructuar de las cuotas sindicales y las prerrogativas que a la defensa legal y legítima del gremio conceden las leyes, es el caso de los autodenominados marxistas y trotskistas que son buenos para pescar en río revuelto y a los que debemos más de un tiranuelo, porque ellos les tendieron la cama al desgastar los procesos de participación.
Hoy las cosas no han cambiado, pese a las tristes experiencias del pasado reciente y remoto, por lo que ya nadie sabe dónde empieza la derecha y termina la izquierda o al revés pues unos y otros parece que sólo sirven el materialismo más vil: el del dinero. Y no les importa qué le pasa al pueblo, a la democracia o al Estado, conceptos que muchas veces han demostrado no conocer.
Este estado de subversión, infelizmente, se ve agravado por los propios errores de los militantes, simpatizantes o satinadores del propio oficialismo, porque son ellos quienes acompañan las medidas de fuerza, las originan o las agudizan porque piensan, como los partidos tradicionales, que hay que imponer el criterio sectario o la tiranía ideológica, aunque no se tenga idea de lo que eso significa.
Pero las pruebas están ahí; en los erráticos anuncios de eliminación de la subvención a los carburantes que hace poco desencadenó la especulación y el ocultamiento, con gran alegría de los enemigos del mismo oficialismo; con el anuncio de la construcción de una carretera que, siendo necesaria, no se supo administrar inteligentemente; en la imposición para que el trabajo del sector salud sea eficiente pero sin tomar en cuenta muchos factores o en la desorientación o ignorancia del alcalde del Cercado cochabambino que, libre de atar, renuncia a sus funciones legales y las delega inconstitucionalmente en un sector causante del problema y la precariedad de la economía regional y nacional. Como se puede ver, incluso, ya no se puede discriminar quién es quién, cuando de subvertir el orden se trata.
¿La oposición? Bien, gracias. ¿Cuál oposición? ¿Esa majadería que se maneja como tal?
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