sábado, 26 de abril de 2014

VELA EN EL ENTIERRO

Muchas veces uno se pregunta qué vela tienen en el entierro los que aparecen de pronto como lloronas o acompañantes; es lo que sucede actualmente en el caso de los militares insubordinados que, al mando de sus mujeres, han tomado las calles y hasta quieren tomar los cuarteles por la fuerza. Que los majaderos aparezcan para aprovechar las circunstancias, como es el caso de los politiqueros, no extraña; pero que alguna gente se deje confundir, es ya otra cosa.
Porque no podemos acostumbrarnos a la aninstitucionalidad, a la subversión, a la impostura; si uno elige para su carrera y como fuente de trabajo la milicia, es decir, la técnica de hacer la guerra y disciplinar a los soldados, no puede quejarse por la verticalidad que ha aceptado ni por la forma de vida que ha adoptado. Es lo mismo que el médico se negara a atender a los enfermos o el profesor a los alumnos o los ingenieros a hacer puentes. No puede ser. Peor todavía cuando nadie ha obligado a hacer la elección y algunos, incluso, se han decidido por algunas preferencias y privilegios.
Lo de discriminación es simplemente sofisma porque en toda institución vertical tiene que haberla porque de la distinción entre tropa y mando hace su estructura, no puede haber un ejército "democrático" y, es más, las guerrillas han demostrado que suelen ser más expeditas en la toma de acciones disciplinarias con fusilamientos o expulsiones ignominiosas.
Llega a tal punto el humor de estas manifestaciones que hasta aparecen "ponchos" apoyándolos en una fehaciente comprobación que también la cuestión de la vestimenta campesina se ha distorsionado tanto que ya cualquiera puede ponerse el suyo y del color que le apetezca. Cosa completamente reñida con las tradiciones y costumbres de nuestros pueblos ancestrales donde la vestimenta no sólo era el distintivo de los pueblos sino también la forma de discriminar quienes podían considerarse con mando y quienes mandados. Si no acudiésemos al buen humor tendríamos que ir a la tragedia y romper en llanto.
Pero aquí surge otro elemento curioso, para decir lo menos, el machismo que tanto se denuncia en nuestras sociedades y que hasta se ha hecho clicé, está siendo desmentido por los hechos pues son las mujeres las que, en realidad, se enfrentan al alto mando castrence con lo que se desmiente la caprichosa caracterización que nos endilgan y porque, al menos que sepamos, lo mismo que las chicheras han hecho Cochabamba, las cocanis, las no los, han hecho Oruro, refiriéndonos a hitos en su desarrollo y constitución.

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