Aunque no conocemos el efecto en general, no hay duda que la medida de enviar a las FFAA chilenas a las calles para controlar las consecuencias del terremoto han sido oportunas. No sólo porque evitaron saqueos sino también porque enviaron, "ipso facto", "ipso jure", a la cárcel a los especuladores, que son los sinvergüenzas que suelen acaparar más ganancias con el sufrimiento de los demás.
Sin embargo, se han presentado protestas, especialmente en Iquique, porque, al parecer, las medidas de salvataje y suministro no están funcionando como debieran y hay desesperación entre la gente afectada.
Independientemente de los pormenores, lo que se debiera imitar en muchas partes del mundo, es el combate a la especulación. Que es el verdadero mal de nuestros pueblos sujetos a la tiranía de un mercado que, sofísticamente, se regula a sí mismo; pero que no es así y tiene en su espíritu el cáncer del mal: la especulación, que se suele complementar bien con el acaparamiento y el ocultamiento.
En las épocas de la llamada UDP, en Bolivia, se desató un verdadero proceso de hiperinflación y especulación que no tenía motivos económicos normales para darse; pero se dio con el contento de muchos partidarios del udepismo que vieron la oportunidad para amasar fortunas con la especulación de la harina, la compra venta de divisas o la propia hiperinflación. Que no fue un fenómeno raro ni nuevo, que se se había repetido a lo largo y ancho del mundo, es cierto; pero en situaciones de emergencia natural, de desventaja social es cuando más duele su impacto.
Lo conveniente sería que tanto en épocas de emergencia como de normalidad, la lucha contra la especulación fuese una norma, una conducta diaria, porque los mercaderes se dan modos hasta sorprendentes para especular, como les haremos conocer en un comentario sobre el mercado local que reservamos para después por sus peculiaridades.
Luchar contra la especulación es, quizá, más estructural y oportuno que hacerlo contra los saqueadores que, algunas veces, son el producto de las circunstancias y del hambre; pero reaccionar con pertinencia tampoco debe quedarse en la lucha penal o policial sino complementarse con las medidas económicas estructurales para producir un verdadero ambiente de paz y crecimiento, que es lo que hace rato le falta a Chile.
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