A estas alturas de la historia es imposible que exista un Estado clerical pues supondría la existencia de la república de los franciscanos, descalzos o lo que fuere, pero compuesto casi unánimemente por curas y monjas. Pero se sigue hablando, mal, del Estado laico que es Bolivia creyendo que lo que se quiere decir es que es ateo o animista o quién sabe qué.
Y es una pena porque son las autoridades que incurren en falta por no saber o no investigar lo que quieren decir las cosas, sean simples pinches o encumbrados dirigentes sindicales, partidistas o sectarios; infelizmente, quienes les hacen coro son los "periodistas" que se ve que tampoco manejan el idioma como debieran hacerlo si es su fuente de labor y de sustento.
Bolivia es un Estado laico, efectivamente, porque no depende de ninguna teocracia ni está fanatizada al extremo de no permitir la libertad de fe; pero como es mayoritariamente católica sus autoridades están en la obligación moral y política de atender esta situación y proceder a defender esa población en contra, incluso, de los propios sacerdotes que, las más de la veces, son los que ahuyentan, más que atraen, a los feligreses. Ergo, se justifican legal y moralmente, las ordenanzas sobre restricción a las libertades individuales, como el comercio de alcohol en estas fiestas, porque lo del consumo depende ya de cada uno conciencialmente.
Esta pésima interpretación de lo que es el Estado laico, sin embargo, nos lleva a sospechar que existen otras intenciones porque no puede ser que quienes se sientan o se crean ideólogos del proceso no sepan distinguir lo que es una y otra cosa y aunque se ve más bien cierta nostalgia de lo que pudo haber sido y no fue, pues, como dijera Taine si no me equivoco, no hay nada más peligroso y fanático que eso que se llama ideólogo; tal y como se ha demostrado con la revolución francesa, la rusa, la mexicana y muchas otras que más que cambio significaron terror.
Tenemos un Estado laico que bien puede ser absolutamente de fe, por mucho que la religión ya no sea ni la inspiración ni la fortaleza que fueran antes del racionalismo o del denominado Renacimiento; pero no por nada dijo García Márquez alguna vez: "déjennos hacer nuestro propio medioevo" en atención a esas interpretaciones que más que eso son desinformación, clara y concreta.
Estado laico, es una cosa; creencia o fe religiosa, es otra, muy diferente pese que, muchas veces, los aparentes ateos suelen ser los más creyentes y lo tradujo muy bien Buñuel decir aquello de: "gracias a Dios soy ateo".
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