Pronosticar el futuro se parece mucho a hacerlo en meteorología, puede que sea pero, generalmente, falla; lo mismo en los deportes donde los "comentaristas" que creen saber del asunto salen por peteneras con aquello de goles son amores, pero no buenas razones.
Por eso es que es difícil pronosticar lo que sucederá en el futuro inmediato en Bolivia, ahora que se ven movimientos raros que tratan de minar la institucionalidad, aunque se presenten como institucionalistas. Está sucediendo en las FFAA, en salud, especialmente en la Caja Nacional, en educación donde trotskistas tratan de sorprender la buena fe de los "maestros" o en los ambientes de la administración de la justicia donde no termina uno de maravillarse por las formas que se han instalado para corromper y corromperse.
Pero si analizamos un poco nuestra historia reciente podemos encontrarnos con que son los primeros signos de alternancias que antes se daban más cíclicamente entre gobernantes civiles y militares que dependían de la misma Embajada, por mucho que se quisieran teñir del color que sea.
La caída de la UDP se dio porque los supuestamente aliados empezaron a crear problemas y no faltaron especuladores y acaparadores que les acompañaron para crear un ambiente de hiperinflación que fue aprovechado para imponernos el neoliberalismo bajo el argumento que: "Bolivia se nos muere"; mientras los udepistas gozaban de buena salud y estaban aprovechando la venta de dólares preferenciales en las calles, la distribución de la ayuda internacional en alimentos o daban cuerda a los sindicatos para que sigan molestando.
No faltaron aquellos uniformados que hasta se atrevieron a secuestrar al propio presidente de la república y cuestionaban tanto el Alto Mando como la institucionalidad; mientras diputados y senadores se disputaban los espacios de los medios de información para tratar de robar protagonismo.
Hoy vuelven estos ominosos signos que anuncian tormentas en el cielo de la democracia y la política porque no sólo que tenemos, otra vez, a los oficiales se bajo rango queriendo subir por capricho e imposición sino que, por fuera de toda lógica, las que han tomado la sartén por el mango han sido sus mujeres; pero no sólo eso, los sindicatos trotskistas amenazan el sistema de la educación, con gran cantidad de problemas que se van acumulando, y los "trabajadores en salud" abandonan sus puestos, en contra de las especificaciones del Código Penal, para llevar agua a sus molinos de la demagogia y el oportunismo.
Una de las constantes, dizque, es que olvidamos nuestra historia y la repetimos una y otra vez; ¿será cierto?
No hay comentarios:
Publicar un comentario