Como alguna vez les comentaba, una señora "muy,muy" se lamentaba, en cierta oportunidad, que todavía los bolivianos no tuviésemos la transnacional de las hamburguesas que, en esas épocas, estaba invadiendo Moscú que tambaleaba en la ex URSS; pues bien, las sucursales vinieron,se abrieron y se fueron, en una derrota que todavía no se ha analizado en sus verdaderas dimensiones.
Pero de lo que no hay duda es que, en Bolivia, el gasto a la hora de comer se ha incrementado considerablemente si tenemos en cuenta no sólo la cantidad de nuevos sitios que se han abierto sino el número de personas que asisten y gastan sus dineros dispendiosamente.
Que tienen todo el derecho, hay que aceptarlo; pero lo que hay que observar es que la comida tradicional, la criolla, la que caracterizaba ciertas regiones de nuestro país, va cediendo al empuje de platillos que no son tan recomendables a la hora de hacer balance de calorías, grasas, hidratos de carbono y proteínas que, en cierto modo son la antípoda de "lawas", "chakes", "watias", "chankas" y otras variedades de fuerte raigambre campesina, especialmente.
Se gasta; pero no se elige convenientemente y las costumbres van cambiando en dietas que tienen una abundante cantidad de hidratos de carbono que se suman y complementan en platos que tienen arroz, fideos, chuños, papas, que sirven de sustento a grasas y escazas cantidades de proteínas llevándonos a suponer que más vale cantidad que calidad. Lo mismo pasa con las variedades que derrotaron la invasora hamburguesa: las salteñas, los "trancapechos" o los "sillpanchos".
No hay una política de alimentación en Bolivia que, aunque no se crea, debiera existir para preservar la higiene y la salud de niños, jóvenes y adultos y es una lástima porque, a veces, van languideciendo sitios tradicionales donde se podía degustar un conejo "lambreado" o en "chanka", un cabrito bien horneado o un pavo, o unas papas cocinadas con cáscara y todo, mezcladas con carnes de cerdo o pato y todo cocinado bajo tierra envuelto en hojas y yerbas aromáticas y no esos artificios que hoy se usan y que, en en realidad, son hornos de nuevo tipo y se venden como "pampaku".
La cosa pareciera no tener más aristas o antecedentes; pero si nos atenemos a las investigaciones que ciertas universidades europeas efectuaron sobre el consumo de la papa, su llegada a esas latitudes, su aporte al combate del hambre en el mundo y sus formas presentación y elaboración, tenemos que concluir que la pérdida de nuestras tradiciones culinarias nos está conduciendo a la irracionalidad con que se maneja el consumismo y el mercado. Ejemplo, ¿sabía usted que la papa se debe consumir y cocinar con cáscara y todo?
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