miércoles, 16 de abril de 2014

LA DEMANDA ANTE LA HAYA

Finalmente se ha presentado la demanda ante los tribunales internacionales de justicia en procura de una reparación histórica a la usurpación e invasión de 1879, por parte del imperio inglés y a través del ejército de la oligarquía chilena.
La cuestión tiene muchos aspectos para analizar y el primero de ellos es que, por primera vez, las logias han dejado de funcionar y hacer lo que les viene en gana pues fueron las que condicionaron tanto la pérdida del mar como las repetidas frustraciones de los abrazos de Arica, Charaña y otros oficiosos o románticos simplemente.
Si nos atenemos a cuestiones de derecho, la demanda no puede desvirtuarse ni dejar de ser atendida en su plenitud porque, aunque no se funda en el incumplimiento del Tratado de 1904, éste debiera ser analizado por expertos en lingüística pues contiene un reconocimiento implícito al carácter usurpador de Chile y la promesa de enmienda y reparación en el porvenir.
La única forma de burlar esta demanda es ratificar, una vez más, que no existe justicia en el planeta y que los intereses pequeños o mezquinos se imponen ante los de la humanidad, las naciones o los Estados y que nos golpea brutalmente con lo que ha sucedido en Afganistan, Iraq o lo que viene sucediendo en Crimea. Pero la esperanza es lo último que se pierde.
El papel de las logias ha sido fundamental en el tema porque, aparte de condicionar la invasión y evitar la reacción oportuna y suficiente, fueron ellas que, en estricto sometimiento a la geopolítica imperial del materialismo, montaron los teatros de los abrazos o de las solidaridades ideológicas sin otro objetivo que el espectáculo.
Que el Canciller de La Moneda califique como artificiosa la demanda no es sino parte de su rol, de su papel, de su intermediación y no hay que preocuparse porque nadie puede rebatir los argumentos de la historia, la naturaleza y las leyes jurídicas y de la convivencia, como nadie puede tapar el sol con un dedo.
Las cosas están cambiando en el mundo, todavía muchas de ellas para mal; pero hay también las otras: las buenas, como nos muestra el poco poder de las logias que no pudieron impedir, una vez más, que la demanda se presente en el concierto internacional aunque sea en un cielo donde las nubes de tormenta son más que las de paz y concordia.

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