Hace muchos años que la "semana santa" se celebraba como feriado de lunes a domingo y habían muchas actividades a realizar; todas ellas centradas en la parroquia.
Hoy que la religión se ha convertido más en una tradición, no sólo que el feriado se ha reducido a un día, el viernes, sino que se hace promoción de turismo para atraer personas a distintos lugares de nuestra geografía, desde sitios arqueológicos hasta los de expansión.
Resulta curioso que los "peregrinos", a Copacabana por ejemplo, no hayan disminuido o incluso hayan aumentado; pero nadie podría asegurar que sus motivos sean la fe o la devoción pues se ha denunciado que, algunas veces al menos, el consumo de alcohol en las playas de ese sitio es abundante.
¿Pero existe una diferencia entre tradición y religión? A la luz de la opinión de varios historiadores se podría decir que una o que una depende de la otra o que son la misma cosa, con distintas facetas. Cualquiera que sea la interpretación que se le pueda dar al asunto lo que sí está establecido es que mientras disminuyen los seguidores de las diferentes religiones del mundo o hay un crecimiento en algunas en desmedro de las otras; lo que está pasando en el planeta nos lleva a la conclusión que algo nos falta para completar al hombre mismo y, aunque no se diga completa y claramente, puede ser la fe. Y cuando hablamos de ella no nos referimos a tal o cual Dios sino a la necesidad de trascendencia, de inmortalidad del hombre mismo que, es lo que lo hace humano, simplemente humano, al contrario de lo que decía Niezstche.
Ya los mayas o los tiwanakotas, con ser las civilizaciones más antiguas que se conocen, creían en la existencia de un más allá o de una trascendencia superior a la existencia terrenal del hombre y aunque los investigadores no sepan exactamente definir esta cuestión, el hecho está ahí: hay algo superior.
Y no hay duda que ambas civilizaciones o, más que eso, culturas, se caracterizaban tanto que sus tradiciones eran arraigadas.
Una vez más, vemos la tradición unida a la religión, es decir la creencia, a la creencia; por mucho que los investigadores quieran encontrar diferencias entre ellas que sí las hay y que, tal vez, signifiquen algo que no logramos comprender aún.
Pero mientras no establezcamos bien si las creencias en un Ser Superior o en las costumbres deben o están ligadas o no, seguiremos en esa desorientación que produce el consumismo y se traduce en un aparente materialismo que se sigue más por moda que por convicción.
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