martes, 29 de abril de 2014

INFORMACIÓN, MANIPULACIÓN, ENCUESTAS

Quien afirme que la información no se manipula, miente descaradamente o es un ignorante supino y voluntario. Por eso es que resulta cómico que un sujeto, que, dizque, tiene "doble nacionalidad", pretenda sorprender la buena fe de las personas denunciando que hay manipulación en la información oficialista. No es primera vez que el diablo quiere aparecer como ángel o que se desgarren las vestiduras los hipócritas. Tendríamos que retrotraer la historia hasta Pilatos para saber qué es la verdad y qué significa eso de lavarse las manos.
En la primera mitad del siglo anterior, el XX, ya Ortega y Gasset mostraba su preocupación por esta manipulación de la información y por el hecho de que la comunicación había "achicado" el mundo; ¿Qué podríamos decir ahora, que las agencias internacionales han crecido y que se ha descubierto que hechos como los de Pearl Harbor o las Torres Gemelas fueron, en realidad, casi. casi autoatentados? Y tampoco se crea que las "redes" han mejorado la situación. No, contribuyen a la manipulación no únicamente por la banalidad que en la mayor parte se percibe sino porque un desinformado no puede informar.
Y como, además, vivimos una democracia que es fundamentalmente de mercado, es lógico que las "encuestas" se muestren en las vitrinas pues representan la forma rediviva del antiguo mercader; del que nos decía: "barato casero, esto es casimir inglés" y nos metía gato por liebre. Ahora la producción china se esconde con etiquetas italianas, alemanas o lo que fuera; pero no por eso alcanza calidad. Lo mismo vemos en la oferta para la nueva cita a las urnas; ya nadie puede asegurar que lo que se ofrece esté de acuerdo a la realidad o que muestra calidad o virtud alguna. Ergo, los votantes, una vez más, tendrán que votar de acuerdo a los réclames del mercado y no los intereses de la patria. El mercado lo absorbe todo y lo contamina y, en lugar de desgarrarse las vestiduras por la manipulación o la desinformación, habría que discutir sobre estos males, buscar remedios y no hacer coro a los manipuladores; a los que quieren mostrarnos lo que hacen otros pero esconden lo que hacen ellos mismos.
La única forma de combatir esta manipulación es atendiendo a la realidad, a lo que uno percibe con sus propios ojos y no los ajenos, es decir, creer en lo que vio y no acudir a las páginas de los diarios para enterarse del partido al que sí asistió, que es una de las formas más nocivas en que uno cae sin pensarlo.

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