jueves, 16 de enero de 2014

"TRADICIONES"

Bajo el sofisma de la defensa de tradiciones, se eliminó una ordenanza que permitía regular el excesivo consumo de alcohol no sólo por parte de cualquier ciudadano sino por la juventud y hasta la niñez. El llamado "órgano ejecutivo" había enviado una propuesta para hacer de los lunes un día restricción en el consumo de alcohol; pero el Concejo lo revisó y mejoró, para chocar con los vendedores de chicha y escabeches quienes dijeron que se atentaba contra una tradición. ¿Cuál tradición? En este tiempo en que la música, habría que decir más bien el ruido, se califica como "clásico" por el sólo hecho de haber sonado más en cierta época, es difícil saber qué es tradicional y que no.
Tradicionalmente, y esto es un hecho, la chicha acompaña y acompañaba la labor de los campesinos no sólo en las faenas del campo sino también en su traslado a la ciudad para trabajar como albañil, zapatero o lo que fuera; de ahí se hizo la costumbre, de algunos de ellos, de prolongar el fin de semana, que empezaba el sábado por la tarde, hasta el lunes y, en consecuencia, seguir bebiendo. Que algunas "comideras" proporcionaban enrollados y escabeches a unos pocos, es cierto; pero no se puede calificar como tradicional un acto desmañado para no trabajar. Arquitectos, constructores y otros empresarios pueden dar fe de cuánto se pierde esta práctica nociva de la conducta humana.
Lo peor que puede sucedernos es que califiquemos de tradicional cualquier aberración o el comercio se imponga sobre las buenas costumbres; a este paso, se hará "tradicional" el jueves de "fidius uchu", el domingo de chicharrón, del miércoles de asado de chancho, el martes de tranca pecho, el viernes de colita o el sábado de fricasé. Pero lo que más hay que lamentar no es la actitud de los comerciantes de alcohol o comidas sino la del alcalde del Cercado que, como todos sabemos, es componente de un conjunto de música popular, y haya privilegiado sus propios intereses ante los de la ciudadanía que cada vez se ve más agobiada por la inseguridad, el incremento en el consumo de alcohol y drogas, el crecimiento desproporcionado del sector servicios en la economía regional, con grave omisión de la industria de producción y, lo que es peor, la distorsión de elementos culturales y artísticos, como el folclore, que está siendo fagocitado por el simple y vulgar comercio y el espectáculo barato.
En este caso también habrá que declarar tradicional la distorsión o la perversión.

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