Uno de los dramas más dolorosos que deben sufrir las personas es, seguramente, la orfandad; la pérdida de los padres, especialmente cuando ocurre en los primeros años de vida.
Pero muchas veces la vida nos confronta con aquella expresión freudiana que afirmaba que la filantropía es una forma de sadismo; porque, infelizmente, nos ha tocado ver y vivir situaciones que nada tienen que ver con la caridad o la solidaridad sino con el vil metal.
En Bolivia, como en muchas partes, los huérfanos son acogidos por instituciones de "beneficencia" que, dizque, les hacen el favor de buscarles padres sustitutos; pero la realidad, en varios casos, suele ser otra. Los niños se venden o se compran so capa de virtudes angelicales.
Y el negocio, como no podía ser de otra manera, incluye una burocracia que se encarga de los trámites y demás cosas, que también tienen su precio, y donde se implican abogados, psicólogos, trabajadores sociales y otras yerbas afines. Y ha demostrado ser muy rentable por la misma ostentación de sus "voluntarios" intervinientes.
El caso de un niño ruso que fue devuelto, el pasado año, porque los padres adoptivos se cansaron de él y que ha sido causa de la prohibición de más adopciones, es apenas una muestra pálida de todo ese mundo que se mueve dentro de la "filantropía". En Italia, verbigracia, algunos huérfanos, habría que decir por doble partida pues perdieron sus padres naturales y los sustitutos, han consolidado incluso una cuasi mafia que se mueve en las sombras de los aeropuertos para no dejar entrar a más compatriotas, con una serie de excusas. Y no debe ser la única que se ha conformado por la necesidad de esto o lo otro pues también en otros países europeos los migrantes se han vuelto marginales o los adoptados han sido dejados en la calle, mientras los problemas de los propios residentes legales se complica por cuestiones de mal manejo de la economía o dependencia política.
El caso es que este es un tema que nadie quiere ver y hasta se lo esconde; con tomar algunas medidas restrictivas a nuevas adopciones se piensa que se ha hecho mucho; pero no es así y, aunque de a poco, el negocio continúa.
Una cosa es tener que sufrir la tragedia de la orfandad familiar; pero otra no menos cruenta es tener que tragarse también la orfandad gubernamental, administrativa, política.
No hay comentarios:
Publicar un comentario