miércoles, 8 de enero de 2014

LA JUSTICIA

Hablar de la justicia en el mundo es hablar de una teoría, o si se quiere utopía, y una práctica que dista mucho de lo que se entiende por tal.
Desde los países que, sofísticamente, tienen el mejor sistema de administración de la justicia, que suele negociar penas y amnistías o usar de una serie interminable de ardides, hasta lo que tenemos en Bolivia que supera toda ficción.
Y no sólo eso sino que la justicia no debe aplicarse solamente a la administración de las leyes, es decir, la aplicación de códigos y sanciones, sino también al trato que recibe el ciudadano cotidianamente tanto en su trabajo, como en educación, salud y distracción.
Ya para nadie es una paradoja que, en EEUU, por ejemplo, el índice de pobres haya subido en los últimos años y se incremente el número de gente que vive en las calles, los subterráneos o las alcantarillas sino que la migración está contribuyendo con lo suyo a la marginalidad de los países receptores.
En cuanto a la administración de las leyes como tal, es una lotería o un laberinto donde nadie quisiera entrar no únicamente entre nosotros sino también entre los que se precian de tener el mejor sistema. El dinero es el poder supremo en esos ambientes, dígase lo que se diga, y la burocracia tiene tal marasmo que no se mueve sin los "incentivos" de rigor. Así se trate de un juicio penal, civil, administrativo o, incluso, una simple comparecencia en eso que se llama Derechos Reales. Y, como si fuera poco, el cambio de códigos y procedimientos introduce factores de distorsión dignos de figurar en las páginas de Ripley.
De otro lado, el sistema impositivo tampoco es equitativo ni justo pues persisten los beneficiarios de exenciones o discriminaciones que atentan contra el ambiente; es el caso de los cocaleros o los explotadores del transporte público que, en base a su poder sectario, ha conseguido desequilibrar la balanza del estado de derecho y de equidad que consagran la Constitución y debieran consagrar las leyes menores.
La justicia es pues un tema pendiente en el planeta ya que lo mismo hay ejemplos de lacerante injusticia entre nosotros como entre los rusos, los norteamericanos, los ingleses, los franceses, los bantús o los que fuera.
Y, curiosamente, sigue siendo un postulado demagógico de tiranos o candidatos a las urnas que ofrecen lo que saben que no pueden conseguir sin cambiarse a sí mismos.

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