Generalmente se confunde el significado de ambos términos "hasta en las mejores familias de habla inglesa", como decía cierto socarrón; pero que lo hagan quienes trabajan en los medios de comunicación, ya pasa de castaño a oscuro.
Lo que está sucediendo en Bolivia es que el espectáculo comercial, so capa de folclore o de libre expresión, hasta ahogando el arte que pugna por surgir, incluso, entre quienes buscan el arte por el arte o confunden también el arte con lo vulgar y hasta soez.
Y, lógicamente, los "periodistos" se dejan llevar por esta tendencia y profundizan la confusión consciente o inconscientemente y echan loas a tal o cual persona o grupo que lo único que hace es vender; pero de expresión artística, es decir, de arte; no tiene nada.
En la expresión folclórica es donde más se percibe esta anomalía y distorsión porque quienes creen estar en el área cultivan más el mercado que el arte. A tal punto que sus creaciones no sólo son repetidas hasta el cansancio sino que son ridículamente lacrimógenas y, en lugar de promover tal o cual ritmo o danza, lo que hacen es perjudicar al género mismo.
Curiosamente, es en los mismos medios donde se desgarran las vestiduras por la indiferencia con el arte, que no existen espacios dedicados específicamente a una o varias ramas de las artes. Se ha llegado a tanto, que hay "presentadores" que aparecen como expertos en comidas o moda y se muestran golosos o entretenidos con los productos que se venden en tal o cual parte, que hacen el ridículo que está socavando la profesión del periodismo, con las consecuencias que comentamos hace unos días.
De arte, en general, es poco posible hablar con estos sujetos que están invadiendo los medios de comunicación porque no conocen de la misa la media; no saben juzgar un lienzo como tampoco saben escuchar un oratorio o un vals, se limitan ha hacer de payasos o vendedores.
La cultura, siendo un término más extenso que el arte específico, está siempre presente en los informativos, reportajes o crónicas, sin que los autores o presentadores se den cuenta. No pasa lo mismo con la pintura, la escultura, la música, la poesía que sólo muy excepcionalmente aparecen en páginas o espacios de la radio o la televisión. Y es aquí donde habría que incidir pero sin caer en la imitación, en "la moda", en las subculturas, en la distorsión.
Infelizmente, esta confusión está llegando también a la fe, ya que es mejor que hablar de religión, pues está siendo sustituida por la danza, el alcohol y la vanidad que se expanden como plaga. También en ese aspecto hay que hacer algo para recuperar la cultura propia y el arte.
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