Casi 400 menores arrestados en un solo día por consumo de alcohol, mientras en el Cercado se rechaza la restricción de su venta los lunes so capa de tradición; la basura pone una vez más en ridículo a la burocracia municipal y su crónica imprevisión e improvisación; el inicio de una querella penal en contra de las autoridades del Hospital Viedma, por parte del alcalde del Cercado, puede tornársele un boomerang con funestas consecuencias; la incertidumbre sobre los servicios básicos como provisión de agua potable, red de alcantarillado y la arbitrariedad en la hipertrofia citadina; el tema de las tarifas del transporte que se negocia, una vez más, a espaldas del ciudadano, la invasión de calles, avenidas y aceras por el contrabando, la piratería y la informalidad, los variados problemas de contaminación y un largo etcétera están demostrando que tanto en el Cochabamba, como en otras partes, el municipalismo está en crisis.
Y es que la exigencia ciudadana de asumir la descentralización administrativa se ha distorsionado por medio de varios instrumentos que no quisieron o no pudieron recoger el reclamo y una de las mejores muestras es la ley 2028 que, en cierto modo, restringe las atribuciones del gobierno sobre el control del mercado que es el "leit motiv" de su existencia y da piedra libre al usufructo partidista de su presupuesto. La nueva ley pertinente al respecto, aunque no se crea, parece respaldar la anterior o, al menos, inducirla a la contradicción si se redactan las cartas orgánicas.
El tema es que la crisis está presente y tiene repercusiones no únicamente en la economía sino también en la salud y el desarrollo que se sigue confundiendo con la simple urbanistería incluso en los municipios pequeños. Pocos y excepcionales son los gobiernos que han demostrado eficiencia; los más si no tienen cuentas con la ejecución presupuestaria no tienen la menor idea del crecimiento y, por lo tanto, planes o programas de real envergadura; a tal extremo que el gobierno central está acudiendo en su auxilio aunque con las mismas limitaciones.
Los gobiernos comunales del sueño han pasado a la pesadilla y están distorsionan no únicamente la democracia, sustituyéndola con el partidismo sectario de la "clase política", sino también la descentralización reemplazándola con el simple disfrute de un presupuesto en beneficio del clientelismo partidista.
Hasta da vergüenza ver lo que las burocracias hacen, el espectáculo que arman y la inteligencia que presumen; mientras los grandes problemas de la ciudadanía, del bien común, de la colectividad se hacen crónicos.
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