Esto del manejo del lenguaje es cada vez más preocupante por la serie de connotaciones que tiene. En primer lugar, es signo de que el sistema educativo de muchos países no funciona; en segundo lugar, es parte del cientificismo imperante que pretende esconder o maquillar el fracaso de la ciencia; en tercer lugar, es parte de la manipulación del género humano por logias, sectas y otras yerbas.
Y no es que uno quiera aparecer como ortodoxo o purista sino que está influyendo negativamente en la sociedad. La Ministra de Justicia de Bolivia, por ejemplo, dice que la mala formación profesional de los abogados es parte del fracaso de la administración de justicia y tiene la razón porque basta ver algunos escritos de estos oficiosos para comprender que si no escriben bien, es porque leen mal y, entonces, no entienden nada.
Pero no solo se produce entre los encargados de defender el Derecho, y han estudiado al revés, sino en otras Carreras pues hemos escuchado con asombro que cierta promotora de una universidad privada anunciaba que los talleres y laboratorios de la institución servirían para complementar "las clases áulicas"; lo que no entendemos es qué tienen que ver los cortesanos en las aulas universitarias para completar sus estudios en laboratorios o talleres. Claro que si tratamos de descifrar las cosas no es sino el sofisma del tecnicismo que, en la mayoría de los casos, oculta las deficiencias de lenguaje o científicas de los que aparecen como catedráticos, profesores o autoridades en tal o cual ciencia.
Los medios de comunicación, infelizmente, son los reproductores -replicadores dicen ellos- de los males del pésimo uso del lenguaje porque se ha hecho corriente escuchar aperturar, por abrir; recepcionar por recibir o cualquier otra estupidez producto del cientificismo que cabalga como potro del apocalipsis y, entonces, no es raro escuchar a los mal informados, o desinformados, repetir esas barbaridades dándose pisto.
Según algunos académicos de la lengua donde peor se habla el español es en España y seguramente ocurre lo mismo con el alemán, el francés o el ruso porque el cientificismo se ha hecho mundial y, curiosamente, algunos de ellos mencionan que el idioma peninsular se habla mejor en el altiplano boliviano; aunque no sabemos dónde y nos gustaría que lo aclararan.
Pero el hecho fundamental es que el manejo del lenguaje es preocupante y está influyendo negativamente en la comunicación y, por tanto en las ciencias y las artes.
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