Hace ya bastante tiempo que hemos entrado al ocaso de la representación sindical, gremial o profesional porque los "dirigentes" no tienen el control de sus dirigidos ni la capacidad para resolver sus problemas.
Lo mismo se trate de trabajadores, intelectuales o cívicos, se ha hecho una costumbre ver excesos en las protestas y excusarlas con que los responsables han sido "rebasados".
Ayer, en la ciudad de Quillacollo, los trabajadores en la venta de carne y como modo de supuesta protesta, han procedido a matar una res, un cerdo y otro animal, en plena vía pública y con una violencia que no se puede excusar ni justificar de ningún modo; pero lo que más sorprende es que los "dirigentes" no sólo hayan permitido esta barbaridad sino que hayan convocado a la televisión para hacerlo.
No es primera vez que sucede, cuando se producen excesos como el apedrear un edificio público, romper los muebles de oficinas o agredir a los policías, siempre se sale con el cuento de la falta de control de las masas; lo que nos muestra de manera contundente, que lo que les falta a esas masas es dirigentes verdaderos; no ganapanes o aprovechadores de canonjías y franquicias como aparecen ahora para ser los mandamases de esto o lo otro y lo único que se busca es el beneficio personal o grupal.
Hasta hace ya bastante tiempo la condición de dirigente se mostraba, precisamente, en el control de los dirigidos, en la orientación sobre las consecuencias de las protestas y en la renuncia a cualquier tipo de prebenda o compensación; los lógicos riesgos eran no sólo la persecución o el despido sino también la muerte o el exilio.
¿Hasta dónde puede llegar la desvirtuación de la representación sindical, cívica o lo que fuere? Que respondan los que auspiciaron, organizaron y presenciaron el cruel espectáculo en los andenes de la alcaldía quillacolleña, por muy urgentes que fueran sus demandas o precisamente por eso.
Pero si escuchamos los "informativos" de radios y televisión nos podemos hartar de amenazas no únicamente al gobierno de turno sino a la ciudadanía en general por parte de dirigentes que no tienen la mínima idea de lo que es el sindicalismo o la representación social o gremial. Y es más, podemos comprobar cómo algunos "periodistas" ponen palabras en bocas ajenas o, en cierto modo, obligan a ser más radicales. "¿Están molestos, no? ¿Van a radicalizar sus medidas, no? O, en el caso de un crimen: ¿Ha sido autodefensa, no? Cuando los hechos pueden mostrar evidentemente que no fue así sino que hubo alevosía.
Hay pues "dirigentes" que no son tales y "periodistas" que tampoco y, juntos, pueden darnos estos espectáculos de violencia y pornografía como ayer en Quillacollo.
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