Dependiendo de la interpretación de cada uno lo sucedido con el Partido de los Trabajadores de la COB, era previsible desde todo punto de vista, pues no existían las condiciones mínimas como para alzarse como nuevo partido ya que no existen líderes, principios, no tenían norte definido. Todo se redujo, y se puede comprobar, a la demagogia, la soberbia y la majadería.
Mucho ruido con bombos y platillos se hizo en el anuncio, se adoptó un lenguaje beligerante contra el gobierno, se criticaba lo que sí y lo que no, se alzaba la voz sin motivo y por simple estridencia y todo ha quedado en la nada. Como se preveía desde el principio con sujetos apenas oportunistas y sin formación alguna y, lo peor, el anuncio del aborto, ha coincidido, casi, casi, con el del doble aguinaldo, poniendo bajo sospecha los verdaderos motivos de la concepción del partido que, por lo demás, se lo presentaba como excesivamente sectario y vacío de contenido político.
Esto mismo le puede ocurrir a la denominada oposición, en todo su abanico, porque tampoco ofrecen opciones de nada; no hay un manejo ideológico de su propuesta y lo único que se muestra nítidamente es la majadería de los que quieren liderarla. Y el principal obstáculo está en el yo. Porque de eso se trata; todos convocan a alinearse o aliarse, pero detrás de ellos mismos. Hasta el momento tampoco se presentan alternativas a las desgastadas cabezas, sólo es un modo de decir, de los que se desgarran las vestiduras por cualquier ñoñería.
Las consecuencias de esta falta de visión, de concepción política, de búsqueda de ideas e ideologías van a redundar en una agudización del mercado y la democracia; por eso seguramente es que ya algunos insisten en que todos subvencionemos sus aventuras personales y sectarias, es decir, volver al sistema de subvención que ha hecho ricas a algunas personas pues no siempre se ha gastado donde debía gastarse.
Con tanto aborto y teratología, la amenaza es contundente: Se viene más democracia de mercado, donde los votos se los puede conseguir con abalorios, regalitos menores o reparto de la burocracia pública y privada entre los seguidores.
Hemos retrocedido, aunque no se quiera, varias décadas porque no hemos sabido mantener las aspiraciones y necesidades del pueblo, a la altura de las circunstancias y nos hemos contentado con el disfrute de las migajas del banquete de los grandes o la impotencia ha podido más.
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