Uno de los bulos más extendidos del mundo actual es eso de la opinión pública, que se maneja a conveniencia no sólo por los medios de comunicación, en su mayoría controlados, sino por los partidos políticos o el mercado.
Se hace lo mismo con las estadísticas y son pocas las personas que perciben la falsedad si se dan el trabajo de comparar los datos. Porque, según los números, muchos de nuestros pueblos tienen altos índices de analfabetos reales o funcionales; sin embargo, los medios hacen caso omiso del mismo y los dan a todos por bien informados o, se hace ídem, cuando en algún programa se dice que el soberano se pronuncia, refiriéndose al pueblo, en una sociedad donde el internet, que es el vehículo que se usa, es todavía escazo en su alcance y la mayoría de los hogares no lo tienen.
Lo mismo se usa como excusa entre los organismos internacionales; el aborto, por ejemplo, puede surgir como una necesidad dentro de una sociedad víctima del mercado y el consumismo o puede aparecer una enfermedad como endémica o epidémica con apenas unas cuantas víctimas, sólo para excusar el gasto en la compra de determinados específicos de la industria química, tal como ha sucedido con el "boom" de la H1N1, cuyos entretelones todavía nadie los ha descubierto en su totalidad o el SIDA, para dar otro ejemplo.
Así también, según esta "opinión pública", determinado candidato o candidito, puede tener grandes expectativas en las elecciones; pero no es más que un globo de ensayo para saber si se puede introducir o no determinado sujeto como el "caballo del Corregidor" o como contendiente. O sea, lo que se hace es crear "opinión pública", tal como nos lo mostrara José María de Lera en su libro dedicado a la violencia y en referencia a la candidatura de Kennedy en los EEUU.
Por esto es bueno tener mucho cuidado con la opinión pública de los medios en épocas preelectorales porque nada raro que nos estén queriendo meter gato por liebre y en Bolivia es lo que está sucediendo, como en la Argentina, cuyos resultados de la última consulta electoral se maneja a capricho de los "analistas" o "periodistas" como si se tratara de la opinión o sugerencia de la ciudadanía, cuando no es más que el resultado del marketing o la intromisión en la realidad y cotidianeidad, donde no podemos negar la influencia de los medios de desinformación, de desorientación y especulaciópn de todo tipo.
A la manera de cómo se le hace decir a cierto personaje de la época de Hitler, habría que "repetir": cuando me hablan de opinión pública, saco mi revolver.
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