Como era de prever, la prematura campaña preelectoral no sólo anda a las locas sino que, como gran cosa, propone temas que sólo pueden ahondar las diferencias entre los bolivianos que conducir a la convivencia.
Es el caso de la capital del Estado que, impuesta por los seudorevolucionarios chuquisaqueños, se quedó en la ciudad de Sucre eventualmente porque, según correspondencia mantenida entre Bolívar y Sucre, se sabe que la intención era construir la ciudad sede del gobierno en las inmediaciones del Valle Alto de Cochabamba donde, incluso, el mismísimo Libertador quería terminar sus días y encargó la compra de una hacienda al Mariscal de Ayacucho.
En otros períodos de gobierno, como el de Barrientos, también se propuso trasladar las principales oficinas gubernamentales a Cochabamba, más concretamente en las inmediaciones de la zona de Coña Coña, cosa que no se llegó a plasmar por la muerte del militar. Han habido otras propuestas, unas racionalmente expresadas cuando, verbigracia, se quiere proteger la sede del gobierno de las fronteras y se propone el centro del país, otras como exacerbación del regionalismo o el separatismo que se dio cuando Sánchez de Lozada fugaba por la rebelión en el altiplano y los valles bolivianos y algunos "vivos" le propusieron gobernar desde Santa Cruz.
Cuando se discutía la cuestión en la Constituyente tampoco se pudo llegar a una acuerdo que eliminara las discrepancias superficiales, demagógicas o "tradicionales" y se mantuvo a Sucre como la capital después de unos incidentes que avergüenzan a propios y extraños y que no es preciso repetir.
Lo cierto es que a nadie debiera molestarle hacer una revisión histórica del pasado de la república desde sus inicios independentistas, los hipócritas o "dos caras" que se dieron modos para estar siempre sobre las olas o la designación de la capital y sede del gobierno. Es lo que más nos conviene como hay que revisar muchísimo de la historia oficial no sólo para no seguir repitiendo nuestros errores y desgracias sino para rescatar el grano de la abundante paja que hay en ella y que ha creado mitos como el "primer grito libertario" o la "revolución nacional" que, más que eso, son una total falacia.
Lo que en realidad nos muestra lo que va a ser esta campaña preelectoral, ante la ausencia de ideas e ideologías, es que se caracterizará por quién muerde mejor y envenena más y se va por peteneras.
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