Hace ya una ponchada de años, más o menos por estas fechas, se anunció que un fantasma empezaba a recorrer por el mundo. Y así fue; lo curioso es que en manos de los, dizque, materialistas, cuya contradicción es evidente en el anuncio de un espectro, de algo inmaterial, del alma de un difunto, que teóricamente venía a sustituir el capitalismo. La revolución bolchevique llevó al poder al PC a costa de los campesinos y a un costo que la historia contemporánea todavía se niega a revelar y se dice que bordeó más de cuarenta millones de víctimas que hicieron posible la "lucha de clases" y el establecimiento de la tiranía del proletariado porque, semánticamente, no se puede hablar de dictadura.
En todo caso, no sólo que cayó la "cortina de hierro", que sirvió para encubrir los crímenes de una nueva casta de beneficiarios, sino que los discípulos más aventajados, como los chinos, resulta que hoy viran hacia fórmulas del libre mercado mientras el aparentemente inexpugnable Kremlin tiene una serie de controversias y sospechas que resolver sobre su ascenso al poder y la disolución de la URSS.
Curiosamente, dentro de los seguidores del alma de los muertos, en realidad el comunismo no es más que la recopilación de formas de vida ancestrales, fueron los intelectuales, los materialistas, que quisieron poner su sello aunque dentro de posiciones un tanto "folclóricas" como el hacerse adictos al whisky y la organización de camarillas y la vida aburguesada que, como es lógico, no fue general pero sí mayoritaria.
En Bolivia la tiranía del materialismo se ha vivido durante décadas y en manos de pequeños grupos que se dieron modos para sobrevivir a las varias crisis que se dio en las filas del comunismo nacional e internacional sin que, hasta ahora, se haya rendido cuentas a nadie no sólo por la alienación sino por la frustración. Todavía hay nostálgicos que sueñan con resurrecciones y hacen lucubraciones sobre lo que pudo haber sido y no fue.
Y así como los espiritistas convocan a los espíritus para renovarse, así también los "materialistas" siguen convocando la lucha de clases o la tiranía del proletariado como soluciones a un estilo de vida en el mundo que así como no puede seguir siendo simplemente avaricioso, capitalista, monetarista; tampoco puede optar por el sectarismo de una clase, por la sustitución simple y no el cambio, por la teorización llevada al extremo que desconoce la realidad integral del hombre.
Se anunció un fantasma, pasó y se fue y eso fue: un fantasma, una aparición, algo inmaterial.
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