viernes, 15 de noviembre de 2013

FORMAS DE DEPENDENCIA

La dependencia económica suele ser la forma más devastadora de dependencia pues ata al dependiente por el hambre, a pesar de los recursos naturales que posea.
La historia de la "revolución nacional" del 52 es una comprobación contundente de esta afirmación pues la relación de subalternización se reforzó por el manejo displicente y a conveniencia del mercado del estaño y el estocamiento que EEUU tenía del mineral; a cualquier intento de modificar la relación de dependencia que la embajada mantenía con la coalición movicomunista, podía tener nefastas consecuencias en la cotización del "metal del diablo" que era la única entrada en el sistema financiero después de la destrucción del aparato productivo agropecuario como consecuencia de la mal llamada "reforma agraria" que mientras destruía la propiedad productiva en los valles, amplió las posibilidad de consolidar los latifundios en el Oriente.
Hoy está sucediendo otro episodio penoso cuando vemos que la producción de la hoja de coca puede convertirse en un arma de doble filo para el gobierno no sólo por lo que implica su participación en el narcotráfico sino por el manejo internacional del tema que puede desinformar a gusto y sabor de los sectores de poder internacional.
Mientras tanto, enceguecidos seguidores del oficialismo le hacen un flaco favor a Morales cuando, so pretexto de defender esto o aquello, insisten en ampliar el cultivo ilegal de la hoja de coca, cuya producción debiera manejarse más responsablemente y no en forma demagógica o sujeta a los intereses del mercado ilegal.
Que la producción debe ser de mil o cien mil hectáreas, es lo que menos importa sino la certeza de que la industria no esté sometida a la manipulación internacional que devenga en sometimiento y, por tanto, dependencia. Y en el asunto tienen que ver más los cocaleros que cualquier otro sector porque no vaya a ser que se estén convirtiendo en los nuevos Felipillos por las monedas que el banquete de las grandes deja caer.
Aunque, en realidad, ningún producto de la naturaleza debiera ser objeto de condena o penalización, lo que hay que preservar es la libertad y la independencia y evitar la dominación por cualquier forma que sea, armada, económica o política.

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