MUERTE E INMORTALIDAD

Hay que leer a Unamuno en su sentimiento trágico de la vida, para entender realmente el ansia de inmortalidad del hombre y comprender que sólo se puede ser inmortal por la especie. Este afán de resucitar muertos, sean personas o ideas, se ha visto en nuestra tierra en los últimos días, cuando el canal de televisión oficial transmitió en vivo las disquisiciones y especulaciones sobre el marxismo en la América Latina.
Lo curioso es que la dialéctica marxista, la interpretación histórica y hasta el mismísimo Marx están ausentes cuando se trata de hacer estas lucubraciones; porque cuando le preguntaron al judío qué venía después del comunismo, que decía era sólo una etapa, contesto contundentemente: "No sé" y porque la historia, como varias veces hemos visto, es la gran mentirosa, la prostituta, la engañadora, ¿pues cómo hacer una interpretación con datos falsos? ¿Cómo ser eclécticos cuando no conocemos la realidad? ¿Cómo distinguir entre derecha e izquierda si hacen las cosas juntos?
Que a uno le guste el tango, no quiere decir que no se pueda comprender otra clase de música o que se reduzca el mundo al ritmo del dos por cuatro. Y en el mundo hemos estado demasiado ocupados en escoger sin  los fundamentos suficientes para lo que buscamos: la identidad. Porque el marxismo llegó a nuestras tierras de esa necesidad; que lo haya hecho de las manos del anarquismo o del esnobismo no importa; pero no ha podido, pese a sus décadas de facilidades y hasta tiranías, consolidar eso que todavía buscamos, aunque esté frente a nuestras narices: Una identidad por encima o fuera de las tendencias fracasadas de la derecha y la izquierda.
A la gravedad con que algunas personas enfrentan el intento de resucitar muertos, hay que anteponer la sonrisa de la propia realidad, que lo quiere es inmortalizarse por la revolución de las ideas y no por el dogmatismo religioso o ideológico de los que siempre quieren estar en la cresta de la "modernidad".
Hay que aceptar la muerte, para saber de la inmortalidad.