miércoles, 14 de agosto de 2013

LA BARBARIE EN LA CIUDAD

Que civilización y barbarie siguen siendo una constante en nuestras vidas, nos lo acaban de reiterar los explotadores del transporte público, en La Paz, y los loteadores en Cochabamba.
Por que la "marcha", curiosamente, de los explotados en nombre de los explotadores en la ciudad sede del gobierno, no ha hecho otra cosa que repetir que los pocos sujetos que manejan los sindicatos de transporte, a la manera de Chicago, no quieren ni admiten que nadie los fiscalice o les dé reglas y normas que cumplir; en cambio, ellos, pueden seguir atropellando el estado de derecho, la legislación vigente y burlarse de las autoridades ejerciendo violencia impunemente, como es el asalto a la propiedad privada, el escarnio de sus propios explotados y la negativa pública y reiterada al ordenamiento jurídico del Estado.
Por su parte los loteadores en Cochabamba, no sólo proponen salirse con su gusto de seguir haciendo negocio con la tierra sino que avanzan más en su actitud delictiva al cerrar las válvulas del aprovisionamiento de agua potable que, claramente, es un delito señalado por el Código Penal y no sólo eso sino que solicitan derogar la ley que crea el Parque Tunari, que no es el capricho de algún botánico o aficionado al ambiente sino una necesidad para la ecología regional.
La civilización sigue pues albergando la barbarie dentro de sus límites lo que nos debe llevar a reflexionar si, efectivamente, es un signo de progreso o de retroceso, teniendo en cuenta que hace siglos se abate sobre la humanidad más bien como una plaga que un beneficio.
De otro lado, hay que averiguar por qué las autoridades son contemplativas con estas muestras no sólo de barbarie sino de subversión y por qué permiten que sigan dándose en un ambiente donde, por lo menos teóricamente, estamos sujetos a la ley.
Y mientras existan "transportistas" y loteadores de esta calaña, la humanidad en general está en riesgo y no sólo las calles de la ciudad.

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