Según los "medios", se ha abierto el debate en torno a la despenalización del aborto, propuesta por no se sabe quién. Pero lo que se debiera debatir antes es de si el debate es tal o la simple confrontación de opiniones contrapuestas, irreconciliables o simple espectáculo.
Porque lo que menos se ve es debate, es decir, discusión; porque todo se está limitando a la impostura, a la pose, a la majadería, por decir lo menos; pues no se puede debatir con lesbianas con las piernas abiertas vulgarmente en las calles o con personas que, ante la falta de razones, califican a fulano o zutano como homofóbico, "maricón" y otros adjetivos, que ellos mismo no admiten para sí, aunque las merezcan más.
¿Pueden las lesbianas parir? ¿Pueden crear una familia equilibrada? ¿Dónde quedan esas "valientes solteras" que tienen problemas con sus hijos? ¿Pueden entender los homosexuales de sexo, aunque parezca una exageración? ¿Qué pueden saber de la vida los que no encuentran su propio sexo y, en la desorientación, se hacen llamar así o asa?
No hay debate; no nos engañemos. Todo está en función del financiamiento que unos ponen y otros disputan; es la ley del dinero, no por nada se han destinado presupuestos especiales, en varios organismos internacionales, para la despenalización del aborto, como uno de los objetivos del milenio; cuando lo que se esconde es el malthusianismo repetido varias veces en nombre de la libertad, la vida o los negocios escondidos que se manejan por detrás.
¿Puede debatir algo sobre la vida el que no tiene conciencia de su propio sexo? ¿Qué es la vida si no la comunión de los dos sexos? ¿Hasta cuándo la impostura sobre la desorientación o indefinición sexual?
Como puede verse, antes habría que debatir sobre el mismo debate, para no seguir viviendo de sofismas.
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