jueves, 29 de agosto de 2013

LA INDUSTRIA QUÍMICA

Hay muchas cosas que si el mundo las supiera, otras serían las condiciones en que nos desenvolvamos diariamente. Para apenas dar un ejemplo, es increíble lo que cuesta, digamos, una tonelada de sulfametoxasol en el puerto de Santos, en el Brasil, y cuánto llega a costar cada comprimido de 400 mgrs en las farmacias o cuánto puede aumentar ese costo la marca comercial. Se quedarían pasmados e indignados.
Pero no sólo eso; durante la llamada segunda guerra mundial, mientras unos se dedicaban a captar delincuentes de diversas especialidades para usarlos en distintas operaciones, y hay varias películas al respecto, otros buscaban científicos disidentes o no para llevarlos hacia sus territorios. Así nació, verbigracia, la bomba atómica, la exploración espacial, gracias al aporte de no sólo von Braun sino de muchos otros que contribuyeron en otras áreas, como el japonés Ishii, pionero de lo que hoy se llama guerra bacteriológica.
Pues bien, desde entonces, la industria en general y la química, particularmente, han tenido un crecimiento insospechado no únicamente en cuanto a creación sino también a ganancias lícitas y libres o sospechosas y hasta criminales. El caso del SIDA, de diferentes cepas de la gripe, del cólera y hongos que se han usado no sólo en objetivos militares sino también en simples y vulgares negocios; el "agente naranja", el hongo que está atacando actualmente los cocales del trópico cochabambino, son apenas pequeñas muestras de un arsenal que se maneja por detrás de "acciones humanitarias" u otras monsergas y de acuerdo a la política del "big stick".
¿A qué viene tanto cuento? Pues a que si Hussein tenía un arsenal de lo que se llame para la destrucción masiva o si Siria ha usado agentes químicos para deshacerse de tales o cuales, lo que hay que averiguar es ¿quién les proveyó de esas armas? Porque, que sepamos, se manejan como elementos tácticos de una guerra que puede hoy financiar a los talibanes y mañana combatirlos como terroristas.
Y parte de esa estrategia del mal que se usa so capa de bien, proviene de la industria química o biológica sobre cuyos alcances, experimentos y consecuencias, estamos muy, pero muy, poco informados.

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