El pasado 15 del mes que corre se recordó una de las fundaciones de la ciudad de Cochabamba, que ha tenido varias; pero lo interesante es que surgen interpretaciones de la "memoria histórica", a raíz de la interpretación que hizo el primer mandatario respecto a ese acto fundacional y el que nuestra historia oficial lleve más bien sus aguas hacia los españoles, casi exclusivamente, en tanto que los verdaderos republicanos quedan no sólo opacados sino totalmente ausentes.
No es primera vez que sucede; no hay que olvidar que hubieron, y hay, fuertes críticas al papel que habría desempeñado Murillo en la guerra de la independencia o las interpretaciones que hicieron los marxistas de la personalidad de Bolívar acusándolo de ser un simple terrateniente que defendía sus propiedades, mientras esos mismos críticos hoy aparecen aplaudiéndolo.
Lo que pasa es que nuestra "memoria histórica", a la que recurren ahora algunos ingenuos, por decir algo, no es tal sino que fue escrita, como manda el dicho, por los vencedores, por los que se situaron en la cresta de la ola, por los "vivos"; no por nada, verbigracia, en la declaración de la independencia de Bolivia no están las firmas de muchísimos guerrilleros y abundan las de los denominados "dos caras". Lo mismo sucede en nuestras calles, avenidas y plazuelas, no hay muchos nombres de ellos pero sí de sinvergüenzas que fueron famosos por negociados, por corruptos o, incluso, entreguistas y hasta "revolucionarios".
Falla pues nuestra memoria histórica y mientras no haya una revisión exhaustiva de ella seguiremos con estas interpretaciones que, las más de ellas. se fundan sólo en copias de otros, en sofismas y, por lo tanto imposturas y usurpaciones: ni hay que ser "indigenista" acérrimo ni arrogarse abolengo español, no sólo porque somos mestizos desde antes de la conquista sino porque ni los unos ni los otros son tampoco trigo limpio.
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