Según informaciones periodísticas, fue el Embajador de los EEUU William Aecho quien avisó que en el avión de Evo Morales iba Snowden, seguramente, como producto de los servicios de inteligencia. Pero o los servicios esos son de una ineptitud increíble o hay algo más que se intentó hacer con el mandatario boliviano.
Independientemente de las respuestas o conclusiones que se puedan extraer, de lo que ya no hay duda es del espionaje mundial que se realiza en forma indiscriminada y donde están involucrados los servicios secretos de Estados Unidos, Francia, Alemania, Israel y otros, probablemente ligados también a la OTAN y las víctimas somos todos los del planeta, seamos brasileños, como se ha denunciado explícitamente o bolivianos, argentinos o lo que que fuere; no hay quien se salve.
Pero la pregunta fundamental es: ¿para qué? Y la respuesta más lógica y convincente es: para mantener el actual estado de explotación del hombre por el hombre.
Porque no se explica de otra manera que el ser humano sea, de cuando en cuando, expuesto a la guerra que no sólo incluye una disminución de la población en general sino que genera ganancias que no se pueden controlar y que después se lavan por medio de la banca internacional, los paraísos fiscales y hasta la filantropía.
En momentos en que la tecnología invade lo más íntimo de nuestros hogares, querrámoslo o no, lo cierto es que ya estamos viviendo aquello que un escritor, aparentemente de ciencia-ficción, nos anunciara con el control total de la población a través de cámaras, prohibiciones o espionaje generalizado. Hay pues que releer a Bradbury para saber qué más nos espera.
Lo peor de la situación es que este espionaje cuestionable no solo moral sino políticamente está manejado no por los gobiernos que ocupan los palacios o las residencias gubernamentales sino por quienes se hallan detrás de bambalinas; por lo que es censurable que algunos mandatarios salgan por peteneras y que algunas otras personas se disfracen de perseguidos políticos, exiliados u opositores para tratar de echar humo sobre el asunto.
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