Según algunas informaciones estadísticas, el consumo ha aumentado en Cochabamba. Sin duda, una buena noticia para el comercio; pero con muchas facetas a analizar para la sociedad en general.
En primer lugar, ¿en qué ha aumentado? Porque el consumismo se basa principalmente en lo superfluo, es decir, se puede gastar en comida demás, en ropa "de marca", que es por donde la estulticia se encarga de la moda, en artefactos electrónicos o en diversión pura y simple. Lo que no quiere decir, de ninguna manera, que se haya mejorado la calidad de vida pues no se ha asegurado, por ejemplo, una buena y eficiente formación profesional, no se ha tomado un seguro de salud, no se ha construido un hogar, que no es lo mismo que hacer una casa por muy suntuosa que aparezca; o sea, que no se ha invertido en desarrollo personal.
Este es pues el quid de la cuestión del gasto y el aumento del consumo y es fácil percibirlo cuando vemos a la gente en los supermercados y comparamos qué compra; pues así como existe un neuromarketing que acecha constantemente la mente de los compradores, hay también lo que podríamos decir una sicología del nuevo consumidor que delata la simple incorporación en el mercado del consumismo; pero no da cuenta de desarrollo alguno.
Hasta ahora las experiencias que hemos tenido con la incorporación de nuevos consumistas no ha sido recomendable porque no se trata de poner billetes más o menos en las billeteras sino de educar para el consumo que es muy diferente a ser un simple sirviente más del mercado; las experiencias de cocaleros o "narcos" en el subtrópico llegan a la tragedia o la comedia en su afán desmedido de consumir; pero que no se traduce en un cambio real de la calidad de vida y lo mismo puede decirse de algunos que migraron al exterior, dejando a sus familias como simples receptores de giros que no se usan bien porque la disgregación familiar es otro factor que ayuda al simple y vulgar consumismo.
Y hay un otro factor muy negativo para la sociedad: que el consumismo abre las puertas a la especulación.
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