Como lo adelantamos, los primeros datos sobre el censo de población ya han despertado la demagogia y el facilismo de personas y organizaciones. Y así es que en Santa Cruz algunos elevaron el grito al cielo y piden que se haga un censo departamental, pese a que resultaron los que más gente tienen; mientras otros aguardan un poco para presionar a que no les quiten diputados en sus nóminas a revisar.
La cuestión es: ¿Qué podemos hacer con los datos del censo? Lógicamente que sirven para proyectar el porvenir y diseñar los programas respectivos; pero con la demagogia de la politiquería, los aún escondidos intentos separatistas y la conspiración internacional que sí se mueve, aunque se diga que es fantasía, la cuestión no es fácil.
Por ejemplo, podríamos, efectivamente, revisar el número de curules por departamento o de concejales en las burocracias respectivas; pero asignar más recursos allí donde hay menos gente y, por consiguiente, crear nuevas poblaciones o ciudades en resguardo de las fronteras y de eso que se dice: "sentar soberanía".
Así obtendríamos beneficios inmediatos como la ocupación del territorio, cosa que nunca hemos hecho, la ruralización de la población nacional, en lugar del suicidio urbano, y un mejor control de nuestros recursos renovables y no renovables.
Claro que mucha gente dirá es ciencia-ficción; pero es lo mejor que se puede hacer ante la demagogia, la majadería opositora y la necesidad de recuperar la política para sustituir la politiquería que todo lo distorsiona, lo corrompe y lo inutiliza.
Habría que plantear esta probable estrategia a los que hoy se desgarran las vestiduras por los números provisionales para saber cuánto patriotismo o ideas tienen. ¿Será?
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