Tanto en Bolivia como en España o Portugal, la educación está en crisis permanente. ¿Dónde empieza y dónde termina? ¿Cuál el currículo ideal? ¿Cuál debería ser la formación de los profesores? ¿Desde cuándo hasta cuándo? Son apenas unas cuantas interrogantes que casi nunca se responden adecuadamente.
En Bolivia estamos a pocos días de iniciar un nuevo período escolar y no sólo se repiten las largas filas de padres de familia para inscribir a sus hijos en determinados establecimientos; mientras otros se quedan con apenas el alumnado suficiente para no cerrarse. Todo, dentro de una nuevo ciclo de reforma que, esta vez, se llama Siñani; pero que no tiene más características que otras tantas ensayadas al calor de la politiquería y del partidismo, es decir, con cambiar la denominación o el sistema de cursos pareciera que se contenta a todos. Lo que no se hace es precisamente lo necesario: Empezar la reforma por la selección y preparación de los "maestros" o "profesores" que tienen lagunas más grandes que las geográficas y que, en verdad, no están preparados para asumir la responsabilidad de estar dentro del sistema educativo sino honrosas excepciones; pero como están organizados sindicalmente, es difícil para los gobernantes hacer algo al respecto porque los dirigentes, de corte marxista o trotskista, defienden su feudo y su recaudación por medio de cuotas obligatorias, a sangre y fuego.
De modo pues que, razonablemente, no se puede esperar nada de la actual reforma porque, aparte de algunas posturas demagógicas, no atiende el principal obstáculo para alcanzar un nivel regular en la educación: la preparación docente.
Y, como si no fuera suficiente, se están dando problemas "administrativos" en algunas burocracias municipales que no tienen otro motivo que la miopía o la ceguera intencional sobre el estado de la educación que, curiosamente, está en manos de quienes no debieran estar ahí.
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