En países donde la información es manipulada o está en manos de personas con intereses que no son del periodismo y la verdad; es frecuente ver cómo la gente toma la paja por el grano o, como también se dice, el rábano por las hojas.
Es lo que está sucediendo con el enmarañado asunto de la red de extorsionadores que ya no se sabe dónde empieza la verdad y dónde termina la mentira; como si fuera poco se ha leguleyizado tanto el tema que cualquier "analista" o "periodista" parece más bien un fiscal o un juez que alguien que ayude al ciudadano común a encontrar o buscar la verdad.
En el caso, y como confirmación de lo que venía sucediendo, hay nada menos que un presidente de Corte de Justicia prófugo, el de Santa Cruz; pero se siguen echando sombras sobre el que se quiera para despistar a la población sobre los verdaderos alcances de esta red de corrupción o se hace seguir pistas o declaraciones que no llevarán a ninguna parte porque están contaminadas. Eso es lo que resulta, si nos atenemos a la lógica, a las declaraciones, cartas, mensajes o solicitudes del principal sujeto de la trama, sea como víctima o como actor y autor, Ostreicher, que se da como cierto y válido a cualquier otro argumento ¿sólo porque es gringo? ¿No hay cierto espíritu de esclavo en la cuestión?
Y mientras se explota, más que como información, como desinformación el tema hay otros que se dejan pasar, como el que comentábamos sobre los bolsillos de los "cívicos", los vaivenes de los "transportistas" que desafían al gobierno a que levante la subvención que los ha hecho ricos durante décadas, los sindicatos que defienden la corrupción sólo por el hecho de tener que ser "solidarios" con los proletarios o las maniobras militares de los norteamericanos en suelo boliviano para ensayar operaciones de invasión que, si consultamos los documentos hechos públicos por el asilado en la Embajada del Ecuador, es algo que se da por sentado desde hace tiempo.
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