Una vez más el primer mandatario boliviano ha acusado a los EEUU de inmiscuirse en asuntos internos y montar y aprovechar las operaciones delictivas de algunos jueces, fiscales y abogados, para organizar una nueva conspiración en contra de su régimen.
Y aunque uno podría pensar que es un simple complejo de persecución como los espectáculos que monta la majadería oposicionista; la verdad es que la historia puede más bien aportar pruebas de certidumbre y de verdad pues los servicios de inteligencia norteamericanos se han especializado en conspiraciones como nos demuestran los hechos del derrocamiento de Jacobo Arbenz, Pearl Harbor o la operación Belmonte en México y como víctima un oficial boliviano, para excusar su entrada en la II Guerra Mundial, el encumbramiento de Castro en Cuba, la muerte de Allende en Chile, hasta el 11S, sólo para citar algunos de una larga lista donde se incluyen personajes como Bin Laden o Noriega ya como aliados o enemigos.
Si se ha encendido alguna alarma de persecución en Evo Morales, tiene pues sobradas razones para hacer pública su denuncia y, por sentido común y racionalidad, aceptar que pueden tener mucho de cierto y que la historia está para confirmar la hipótesis o el temor.
Lo que pasa es que también la incertidumbre y el miedo se suelen aprovechar en operaciones de "inteligencia" o espionaje y también la historia es rica en estas situaciones donde el amor, las perversiones sexuales o las pasiones son bien aprovechadas con el contento de los descerebrados que hacen de legionarios de la intervención y la conspiración.
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