Sin entrar en las complicaciones, especulaciones y estulticias de los "analistas", ¿cómo podemos interpretar los resultados de la elección de gobernador en el Beni? Fácilmente, si suponemos que los habitantes de esa región recién pudieron ejercer su derecho voto, puesto que antes los patrones o los capataces se lo votaban de acuerdo a sus propios intereses, y mientras algunos osaron por el libre albedrío, otros todavía se dejaron llevar por el miedo; también si damos por sentado que la gran alianza entre pequeños grupos pudo dar un resultado eventual y porque el oficialismo no supo elegir el mejor candidato y, peor todavía, quiso romper el mito del machismo de pueblos ancestralmente acostumbrados a esa forma de organización.
Difícilmente, cuando vemos las tempranas insolencias del ganador que puede volcarse en contra en el futuro y cuando percibimos que el candidato no fue uno de los que no aparece como opositor sino más bien un casi desconocido personaje; que nos daría la razón cuando decíamos que la majadería opositora hace mal pensando que tiene que buscar entre ellos (Doria Medina, Granado, Costas) y que debiera buscar algún otro.
En todo caso, la experiencia parece rica para que aprendan los politiqueros y para que entiendan que sobre la inteligencia de los pueblos no se puede hacer suposiciones absurdas en cuanto a la facilidad de su manejo, el prejuicio de su estupidez o la volubilidad de su apego.
Las demás interpretaciones quedan para la especulación de los analistas y demás yerbas del florido jardín de la politiquería y las empresas dedicadas a las "encuestas" que también fracasaron en sus "predicciones" estruendosamente.
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