Volvemos sobre esto de la clase media o la media clase como otros la califican. Se dice que en Bolivia está creciendo y, tal vez, en otros países latinoamericanos; pero lo que podría ser buena noticia no lo es tanto porque si comparamos su disminución, durante el huracán neoliberal que hizo crecer la pobreza, su desarrollo no es buen signo tampoco porque se reduce a un simple y vulgar consumismo.
Y es que la clase media, no es ni chicha ni limonada, como decimos en Bolivia, no tiene una identidad definida y así como se desliga de su solidaridad y reconocimiento de la pobreza, imita torpemente lo que, dizque, hace la burguesía y hace ostentación ridícula de bienes que no mejoran su estatus ni intelectual ni espiritual.
En cierta ocasión, cuando se abrió un nuevo supermercado y en un barrio no "residencial", ¿hay alguno que no sirva para vivir? uno de esos sujetos que, teóricamente, son los que están haciendo crecer la clase media, comentaba con su esposa y decía "igual nomas ¿no?; pero no es la misma gente" que, obviamente, hacía patente su teórica militancia en otra clase "más superior"; pero también recordamos cómo en cierto barrio de "nuevos ricos" le hicieron la vida imposible a una familia que pudo comprar una casa adjunta porque, prejuiciosamente, tenían sospechas de su origen narcotraficante. Esta falta de identidad, "de clase", como dirían los marxistas, es pues preocupante que esté creciendo si es verdad que la clase media crece porque tampoco se traduce en evolución intelectual, para decir lo menos, o ascenso espiritual y se queda en un simple y vulgar consumismo sin el uso debido de cubiertos.
Es como los actuales "indígena-originarios" que aparecen como intelectuales y hacen el ridículo, en vez de permanecer fieles a sus ancestros o sus raíces que tanto dicen defender o cierto personaje ya muerto que tenía en su lujosa residencia una muy bien dispuesta biblioteca con libros tan nuevecitos que nadie los había abierto; aunque el intento puede ser bueno.
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